VATICANO - “La vida del pastor de almas tiene que ser una síntesis equilibrada entre contemplación y acción… el ejemplo y la enseñanza de san Gregorio Magno sean seguidos por los pastores de la Iglesia y también por los responsables de las instituciones civiles” afirma Benedicto XVI en el Ángelus

lunes, 4 septiembre 2006

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - La “singular figura, casi única” de San Gregorio Magno, de quien se recordaba la fiesta litúrgica, ha sido indicada por Papa Benedicto XVI antes de la oración del Ángelus del domingo 3 de setiembre, como “un ejemplo que hay que presentar tanto a los pastores de la Iglesia como a los administradores públicos: de hecho, primero fue prefecto y después obispo de Roma”. Durante su mandato como funcionario imperial, Gregorio “se distinguió por su capacidad administrativa y por su integridad moral”, mientras iba madurando su vocación a la vida monástica, que abrazó en el 574, a la muerte de su padre. “La Regla benedictina se convirtió a partir de entonces en el fundamento de su existencia - recordó el Santo Padre -. Incluso cuando fue enviado por el Papa como su representante ante el emperador de Oriente, mantuvo un estilo de vida monástico, sencillo y pobre”.
Estrecho colaborador de Papa Pelagio II, a la muerte de este Gregorio fue aclamado por todos como su sucesor, y dejando apenado el claustro, “se dedicó a la comunidad, consciente de que estaba desempeñando un deber y de que era un simple siervo de los siervos de Dios” subrayó también el Papa, recordando los principios expresados en su “Regla pastoral”. “Con profética amplitud de miras - prosiguió Benedicto XVI -, Gregorio intuyó que estaba naciendo una nueva civilización con el encuentro entre la herencia romana y los pueblos llamados ‘bárbaros’, gracias a la fuerza de cohesión y de elevación moral del cristianismo. El monaquismo se convertía en una riqueza no sólo para la Iglesia, sino para toda la sociedad”.
Finalmente el Papa Benedicto XVI recordó el fuerte temple moral de San Gregorio Magno, su intensa acción pastoral y civil, así como su grande herencia: “Dejó un amplísimo epistolario, admirables homilías, un famoso comentario al Libro de Job y los escritos sobre la vida de san Benito, así como numerosos textos litúrgicos, célebres a causa de la reforma del canto, que por su nombre fue llamado ‘gregoriano’. Pero su obra más famosa es, sin duda, la ‘Regla pastoral’, que tuvo para el clero la misma importancia que tuvo la Regla de san Benito para los monjes de la Edad Media. La vida del pastor de almas tiene que ser una síntesis equilibrada entre contemplación y acción, animada por el amor que ‘alcanza cumbres elevadísimas cuando se inclina con misericordia ante los males profundos de los demás. La capacidad de inclinarse ante la miseria de los demás es la medida de la fuerza de la entrega a los demás’ (II, 5). En esta enseñanza, siempre actual, se inspiraron los padres del Concilio Vaticano para describir la imagen del pastor de nuestros tiempos.

Pidamos a la Virgen María que el ejemplo y la enseñanza de san Gregorio Magno sean seguidos por los pastores de la Iglesia y también por los responsables de las instituciones civiles” (S.L.) (Agencia Fides 4/9/2006)


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