VATICANO - Entrevista a Su Exc. Mons. Giovanni Lajolo respecto a la Conferencia Internacional sobre el Líbano

jueves, 27 julio 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La Sala de Prensa de la Santa Sede ha publicado el texto de la entrevista concedida a Radio Vaticana por el Secretario para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, Su Exc. Mons. Giovanni Lajolo, respecto a la Conferencia Internacional para el Líbano, que se desarrolló ayer en Roma, en la que ha participado en calidad de Observador. Ofrecemos a continuación el texto completo de la entrevista.

Se desarrolló ayer la Conferencia Internacional sobre el Líbano por iniciativa de los Estados Unidos de América y de Italia, a la que participaron el “core group” sobre el Líbano y otros países. La Sala de Prensa de la Santa Sede anunció también que una Delegación encabezada por usted estaba presente, en calidad de Observador. ¿Nos puede explicar esta circunstancia?
Como es conocido, la Santa Sede está directamente interesada por la paz en Medio Oriente, como ha demostrado en múltiples ocasiones. Ayer, invitado por los Estados Unidos y por Italia pude participar en esta Conferencia en calidad de Observador; por su propia naturaleza, esta es la forma en la que la Santa Sede participa normalmente en las Organizaciones Internacionales.

¿Cuál es la valoración que usted hace sobre la Conferencia?
Ciertamente, es positivo que haya sido convocada con tanta rapidez por el Gobierno italiano y que haya centrado su atención sobre los temas más urgentes del momento.

Las conclusiones recogidas en la Declaración por los dos Co-Presidentes, el Secretario de Estado estadounidense, Condoleeza Rice, y el Ministro de Exterior italiano, Massimo D’Alema, han sido sin embargo juzgadas como más bien como decepcionantes. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Cierto, las expectativas de la opinión pública eran grandes, pero para los participantes en los trabajos, que conocen las dificultades, se puede decir quizás que los resultados son apreciables. Querría destacar sobre todo estos aspectos positivos:
1.- El hecho de que países de diversas partes del mundo, desde Canadá a Rusia, se hayan reunido con la conciencia de la gravedad de cuanto acontece en el Líbano, reafirmando la necesidad de que recupere cuanto antes su plena soberanía, y comprometiéndose a proporcionarle su ayuda.
2.- La petición de formar un fuerza internacional, bajo el mando de las Naciones Unidas, que apoye las fuerzas regulares libanesas en materia de seguridad.
3.- El compromiso en ofrecer una ayuda humanitaria inmediata al pueblo del Líbano y la seguridad de un apoyo para su reconstrucción con la convocación de una Conferencia de Donantes. Diversos países participantes han anticipado la asignación de sustanciosas ayudas, insuficientes sin embargo todavía para cubrir las enormes necesidades del país.
4.- Positivo es también el compromiso tomado por los participantes, tras la clausura oficial de la Conferencia, de estar en continuo contacto respecto al ulterior desarrollo que la intervención de la comunidad internacional tendrá en el Líbano.

¿Qué es entonces lo que ha causado esta impresión de decepción?
Sobre todo el hecho de que no se haya exigido el inmediato cese de las hostilidades: compromiso tomado, y que puede ser de hecho mantenido.
Es problemático también que se hayan limitado a invitar a Israel a ejercitar la máxima moderación: tal invitación reviste por su propia naturaleza una inevitable ambigüedad, mientras que la atención por la población civil inocente es un deber preciso e inderogable.

¿Cuál es la valoración del Gobierno libanés?
Por una parte, el Primer Ministro Siniora ha tenido la posibilidad de exponer la dramática situación que atraviesa el país y ha presentado su propio plan para la superación inmediata y definitiva del conflicto con Israel; por otra parte ha podido comprobar e incluso alentar los esfuerzos positivos que la comunidad internacional está realizando para socorrer a la población libanesa, para poner fin a las hostilidades y para reforzar el control de su Gobierno en el país.
Ayer por la tarde el Primer Ministro Siniora, acompañado por el Ministro de Exteriores Salloukh, pidió poder tener un encuentro con el Cardenal Secretario de Estado y conmigo. Expresó su gran estima por la atención con la que el Santo Padre personalmente, y la Santa Sede, siguen el conflicto que perturba al Líbano, y ha pedido que se continúe apoyando a su país a nivel internacional. Recordó también las palabras de Juan Pablo II, que definió al Líbano no sólo como un país, sino como “un mensaje” para todos los pueblos, de equilibrada convivencia entre diversas confesiones en un mismo Estado. Ésta es, ciertamente, la vocación histórica del Líbano, que debe realizar. La Santa Sede continuará trabajando con todos los medios a su disposición para que el país vuelva a ser aquel “jardín” del Medio Oriente que antes era.

En su calidad de Observador, ¿V.E. ha tenido la posibilidad de influir, al menos indirectamente sobre los trabajos de la conferencia?
El Observador no tiene derecho de palabra, y tampoco se me ha sido pedido que hable. Considero sin embargo que la presencia silenciosa del Observador de la Santa Sede en la mesa de los Delegados ha tenido su significado, claramente perceptible.

Tras esta Conferencia, ¿cuál es la posición de la Santa Sede sobre el tema?
La Santa Sede pide una suspensión inmediata de las hostilidades. Los problemas a resolver son múltiples y extremadamente complejos. Precisamente por eso, no se pueden afrontar todos juntos; aun teniendo presente el marco general y la solución global que hay que alcanzar, es necesario resolver los problemas por partes, comenzando por los que se pueden resolver inmediatamente. La posición de quien sostiene que se deban crear antes que nada las condiciones para que la tregua no se viole una vez más, es de un realismo solo aparente: porque estas condiciones pueden y deben ser creadas con otros medios que no sean la matanza de personas inocentes. El Papa se manifiesta cercano a aquellas poblaciones, víctimas de contraposiciones y de un conflicto que no les pertenece. Benedicto XVI reza, y con él toda la Iglesia, para que el día de la paz sea hoy mismo y no mañana. Él pide al Señor y suplica a los responsables políticos. El Papa llora con cada madre que llora a sus hijos, con cada persona que llora a sus seres queridos. Una suspensión inmediata de las hostilidades es posible; por lo tanto es obligada. (Agencia Fides 27/7/2006 Líneas: 84 Palabras: 1057)


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