VATICANO - Durante el encuentro de fiesta y testimonio, el Papa reafirma: “Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos”

lunes, 10 julio 2006

Valencia (Agencia Fides) - Sábado por la noche, 8 de julio, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, se ha desarrollado un Encuentro de fiesta y testimonio como conclusión del V Encuentro Mundial de las Familias. Tras el desfile de participantes con las banderas de los respectivos países y de la ofrenda floral a la “Virgen de los Desamparados” y al Icono de la Sagrada Familia, introducido por las palabras del Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Cardenal Alfonso López Trujillo y por los testimonios de algunas familias, el Santo Padre Benedicto XVI pronunció su discurso.
“La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor. Por eso la Iglesia manifiesta constantemente su solicitud pastoral por este espacio fundamental para la persona humana” dijo el Santo Padre. “La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante ayuda de Dios en el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación a la santidad… La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos”.
El Papa recordó después que “El padre y la madre se han dicho un "sí" total ante de Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un "sí" de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter”. De esta manera los hijos crecerán “en un clima de aceptación y amor” frente a los desafíos de la sociedad actual: “la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe”. La fuente suprema de la vida para todos, también para la familia, es el amor de Dios derramado sobre nosotros en el bautismo. “De ahí que las familias están llamadas a vivir esa calidad de amor, pues el Señor es quien se hace garante de que eso sea posible para nosotros a través del amor humano, sensible, afectuoso y misericordioso como el de Cristo”.
Una de las tareas más grandes asignadas a las familias, junto a la transmisión de la fe y del amor del Señor, continuó el Papa,“es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores”. Si estos ven que sus padres viven la vida con alegría y entusiasmo, a pesar de las dificultades, crecerá más fácilmente en ellos la alegría profunda de vivir que les ayudará a superar obstáculos y contrariedades de la vida. “Además, cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos”. Recordando después el tema del Encuentro Mundial de las Familias - “La transmisión de la fe en la familia” - el Papa Benedicto XVI reafirmó que “Transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente… El lenguaje de la fe se aprende en los hogares donde esta fe crece y se fortalece a través de la oración y de la práctica cristiana”.
Finalmente el Santo Padre dirigió una invitación a gobernantes y legisladores, “a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad… El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones. Esto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar y para los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido, la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos”. (SL) (Agencia Fides 10/7/2006 Líneas: 57 Palabras: 879)


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