VATICANO - El Santo Padre Benedicto XVI invita a entrar en la escuela del Apóstol Juan “para aprender la gran lección del amor, para sentirnos amados por Cristo “hasta el extremo” y gastar nuestra vida por Él”

jueves, 6 julio 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Juan, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago, cuyo nombre hebreo significa “el Señor ha hecho gracia”, llamado por Jesús junto a su hermano mientras estaban arreglando las redes a la orilla del lago Tiberiades, forma parte de aquel grupo restringido que Jesús toma consigo en las circunstancias más importantes. “Su posición de relieve en el grupo de los Doce hace comprensible de alguna manera la iniciativa tomada un día por su madre - dijo el Santo Padre Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 5 de julio -: ella se acercó a Jesús para pedirle que los dos hijos, Juan y Santiago, se pudieran sentar uno a su derecha y otro a su izquierda en el Reino. Como sabemos, Jesús responde haciendo a su vez una pregunta: si ellos están dispuestos a beber el cáliz que Él mismo estaba a punto de beber. La intención que estaba tras aquellas palabras era la de abrir los ojos a los dos discípulos, introducirlos en el conocimiento del misterio de su persona y esbozar su futura llamada a ser sus testigos hasta la prueba suprema de la sangre”.
Juan ocupó un puesto relevante en la Iglesia de Jerusalén, tanto que Pablo lo enumera entre las “columnas” de aquella comunidad. “En particular - explicó el Santo Padre -, debe recordarse lo que afirma, junto con Pedro, ante el Sinedrín que lo esta procesando: “No podemos dejar de hablar de aquello que hemos visto y oído”. “Esta franqueza al confesar su fe es una invitación para todos nosotros a confesar decididamente nuestra firme adhesión a Cristo, anteponiendo la fe a todo interés humano”.
Según la tradición, Juan es el discípulo predilecto que reclina la cabeza sobre el pecho del Maestro durante la Última Cena, se encuentra a los pies de la Cruz al lado de la Madre de Jesús y, finalmente es testigo de la presencia del Resucitado. “Sabemos que algunos estudiosos discuten hoy esta identificación viendo en él simplemente el prototipo del discípulo de Jesús - continuó el Papa -. Dejamos a los exegetas la tarea de dirimir esta cuestión, nos contentamos aquí con recoger una lección importante para nuestra vida: el Señor desea hacer de cada uno de nosotros un discípulo que vive una amistad personal con Él. Para ello, no basta seguirlo y escucharlo exteriormente, sino vivir con Él y como Él”.
En la Iglesia oriental Juan es llamado simplemente “el Teólogo”, “es decir, aquel que es capaz de hablar en términos accesibles de las cosas divinas, desvelando un arcano acceso a Dios mediante la adhesión a Jesús”. “Precisamente en Oriente - continuó el Santo Padre Benedicto XVI - goza de una gran veneración. En la iconografía bizantina frecuentemente es representado como un anciano - según la tradición murió bajo el emperador Trajano - y en actitud de contemplación intensa, casi invitando al silencio. Efectivamente, sin recogimiento adecuado no es posible acercarse al misterio supremo de Dios y a su revelación”.
El Santo Padre concluyó su catequesis invocando al Señor para que “nos ayude a entrar en la escuela de Juan para aprender la gran lección del amor, para sentirnos amados por Cristo “hasta el extremo”, y gastar nuestra vida por Él.” (SL) (Agencia Fides 6/7/2006 Líneas: 40 Palabras: 573)


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