VATICANO - El Santo Padre Benedicto XVI en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo: “La Hostia es nuestro maná con el que el Señor nos alimenta, es verdaderamente el pan del cielo, mediante el cual Él se dona a sí mismo”

viernes, 16 junio 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El jueves 15 de junio, Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Santo Padre Benedicto XVI, celebró la Santa Misa en el atrio de la Basílica de San Juan de Letrán, de tras lo cual, presidió la Procesión Eucarística que culminó en Santa María la Mayor, donde impartió la Bendición Eucarística. Durante la homilía el Papa invitó a los presentes a meditar sobre los “signos” del pan y del vino: “Jesús, como signo de su presencia, escogió pan y vino. Con cada uno de los dos signos se da enteramente, no sólo una parte de sí. El Resucitado no está dividido. Él es una persona que, mediante los signos, se acerca a nosotros y se une a nosotros. Cada uno de los signos sin embargo representa, a su manera, un aspecto particular de Su misterio y, con su típico modo de manifestarse, quieren hablarnos, para que aprendamos a comprender un poco más del misterio de Jesucristo”.
La Hostia consagrada es “la clase más sencilla de pan y alimento, hecho solamente de un poco de harina y agua. De esta manera aparece como la comida de los pobres, a los que el Señor ha destinado en primer lugar su cercanía”, explicó el Papa. Durante la Santa Misa el pan es definido como “fruto de la tierra y del trabajo de los hombres”, definición que encierra el trabajo cotidiano de quien cultiva la tierra, siembra y recoge y finalmente prepara el pan. “Sin embargo, el pan no es simplemente y solo un producto nuestro, algo hecho por nosotros; es fruto de la tierra y por tanto, un don. - prosiguió el Papa -. Porque el hecho de que la tierra traiga fruto no es mérito nuestro; sólo el Creador puede conferirle fertilidad”. También el agua, necesaria para preparar el pan, es don de Dios. “En un período en que se habla de la desertificación y oímos denunciar cada vez más el peligro de que hombres y bestias mueran de sed en las regiones que no tienen agua, nos damos cuenta de la grandeza del don del agua y de que somos incapaces de conseguirla por nosotros mismos. Entonces, mirando desde más cerca este pequeño trozo de Hostia blanca, este pan de los pobres, es como una síntesis de la creación”
El mensaje del signo del pan es también otro: “En el pan hecho de granos molidos se esconde el misterio de la Pasión - continuó explicando el Santo Padre -. La harina, el grano molido, presupone el morir y resucitar del grano. En el ser molido y cocido trae en sí el fruto y la vida nueva”. La Iglesia primitiva ha encontrado en el pan otro símbolo aún: “El convertirse en pan de los granos molidos es un proceso de unificación. Nosotros mismos, de muchos que somos, debemos convertirnos en un solo pan, un solo cuerpo, nos dice San Pablo. Así el signo del pan se convierte al tiempo en alimento y tarea”.
“De manera parecida nos habla el signo del vino - continuó Benedicto XVI -. Pero mientras que el pan nos remite a la cotidianidad, a la sencillez y a la peregrinación, el vino expresa la exquisitez de la creación: la fiesta de alegría que Dios quiere ofrecernos al final de los tiempos y que ya ahora anticipa a manera de alusión mediante este signo. Pero el vino también habla de la Pasión. La vid debe ser podada repetidamente para ser así purificada.; la uva debe madurar bajo el sol y la lluvia y debe ser pisada: sólo a través de tal pasión madura un vino de valor”.
Finalmente el Santo Padre invitó a mirar sobretodo el signo del pan: “La Hostia es nuestro maná con el que el Señor nos alimenta - es verdaderamente pan del cielo, mediante el que Él se dona a Si mismo. En la procesión seguimos este signo y así le seguimos a El mismo. Y le pedimos: “¡Guíanos por los caminos de nuestra historia! Muestra a la Iglesia y a sus pastores siempre de nuevo el justo camino! Mira a la humanidad que sufre, que vaga insegura entre tantos interrogantes; mira el hambre físico y psíquico que la tormenta! Da a los seres humanos pan para el cuerpo y para el alma! Dales trabajo, dales luz, dales Tú mismo! Purifícanos y santifícanos! Haznos comprender que sólo mediante la participación en tu Pasión, mediante el "sí" a la cruz, a la renuncia, a las purificaciones que nos impones, nuestra vida puede madurar y alcanzar su verdadero cumplimiento. Reúnenos de todos los confines de la tierra! Une a tu Iglesia, une a la humanidad lacerada! Danos tu salvación! Amén! (SL) (Agencia Fides 16/6/2006 Líneas: 52 Palabras: 826)


Compartir: