ASIA/COREA DEL SUR - Primeras impresiones desde Corea de un misionero Orioniano: “Estar al lado de los pobres, de los ricos, de todos, ayudándoles a descubrir en Jesús el centro y el sentido de la vida”

martes, 13 junio 2006

Seúl (Agencia Fides) - La “Pequeña Obra de la Divina Providencia” inició su presencia en Corea del Sur el pasado 21 de abril, con la llegada a Seúl del P. Luciano Felloni, argentino, y del P. Bernardo Seo Yong-Tae, coreano (ver Fides 24/4/2006). Un inicio humilde, con dos “exploradores”, para responder a la llamada del Obispo de Uijongbu, Mons. Joseph Lee. Uijongbu es una diócesis nueva, con muchas necesidades, cercana al confín con Corea del Norte. El P. Luciano ha enviado las primeras noticias de la misión coreana y sus impresiones, que ofrecemos a continuación.
“Cuando llegamos a Corea, la Palabra de Dios en la liturgia del día, tomada de los Hechos de los Apóstoles, hablaba del inicio de la misión de los primeros cristianos. Me impresionó mucho la lectura del encuentro con de Felipe con el Etiope… Creo que esto expresa muy bien la misión que pueden desarrollar los Hijos de Don Orione en el Extremo Oriente. Creo que el mayor compromiso será el de hacer camino con quien no conoce a Jesús (que son millones) y poder hacer un servicio de anuncio, para después continuar el camino y dejarles seguir felices por su propio camino incorporados en la Iglesia local. Creo que nuestra misión como religiosos en la Iglesia coreana tiene dos dimensiones fundamentales: dentro de la Iglesia tenemos que realizar una serie de ministerios de frontera (servicios sociales en zonas pobres, atención a los inmigrantes, animación misionera, etc....) y el otro importante servicio será hacia fuera, Ad Gentes, hacia aquellos que todavía no han conocido a Jesucristo. Será un servicio de diálogo, de recíproco conocimiento, de presencia. Estar al lado de los pobres, de los ricos, de todos, ayudándoles a descubrir en Jesús el centro y el sentido de la vida, ayudándoles a descubrir el poder del corazón y el valor del progreso humano, no sólo el económico.
Para que todo esto sea posible, para mi el primer paso a dar es aprender el coreano… ¡que no será nada fácil! El 7 de junio empecé las clases en la Universidad de los Jesuitas. El curso dura dos años y hay que trabajar en serio. La gente es muy afable y trata de hacerse entender. Son amistosos y muy comunicativos. Es un pueblo muy desarrollado económicamente, por lo que el gran desafío es darse cuenta de que el éxito y el dinero no son la solución de todo… Hay muchos suicidios y mucho estrés, incluso entre los niños, creo que ayudarles a descubrir otros valores será un nuevo apostolado. En estos primeros días descubro que debo nacer de nuevo: nuevo idioma, nuevos sabores, nuevo modo de comer (con los palillos), nuevos puntos de referencia, nueva cultura. Es bonito poder nacer de nuevo, es un trabajo lento, doloroso, y sin embargo necesario para poder anunciar a Cristo, para poder hacerse coreano con los coreanos, como nos pedía Don Orione.
De momento somos huéspedes de los Padres Combonianos, que desde hace muchos años están en Corea. Pronto alquilaremos un apartamento en Seúl para el tiempo en que estemos estudiando, después nos organizaremos en alguna zona pobre de la ciudad de Uijongbu con una presencia evangelizadora, viviendo pobres entre los pobres. Desde esta presencia comenzaremos con las obras de servicio y caridad que Dios nos inspire, según las necesidades de la gente. Algunas de las que serán nuestras actividades comienzan a dibujarse en el horizonte: el servicio a los emigrantes en la diócesis de Uijongbu, en gran parte filipinos. El servicio de escucharles, consolarles, confesarles, de celebrar la Eucaristía, y también (un verdadero servicio orioniano) acompañarles en el hospital, ayudarles a legalizar su situación, defenderlos de los explotadores… ¡Nos encomendamos a vuestras oraciones! ¡Ave María y adelante!” (SL) (Agencia Fides 13/6/2006 Líneas: 45 Palabras: 647)


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