VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA a cargo de don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - “El Magisterio, ¿único intérprete de la Palabra de Dios o una opinión cualquiera?”

jueves, 8 junio 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “El Magisterio, ¿único intérprete de la Palabra de Dios (cf. Dei Verbum, 10) o una opinión cualquiera?” - Hay una nueva forma de disentir en la Iglesia: no ya oponerse, sino reducir aquello que dicen el Papa y los Obispos unidos a él, a una opinión más. Desgraciadamente a esto contribuyen algunos pastores con los “quizás” y los “síes” de sus intervenciones, colaborando al relativismo mediático que reduce todo a opinión y duda. Colaboran también algunos centros ecuménicos, donde la verdad católica, puesta al mismo nivel que las demás confesiones, es propuesta como complementaria de éstas. Por ejemplo: la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, promulgada por Juan Pablo II sobre el concepto de comunión (“Communionis notio”): según el método teológico católico, debería ser el punto de interpretación auténtica de la eclesiología en el diálogo ecuménico, en cambio, normalmente es ignorada, si no rechazada; después se lamenta la falta por parte católica de documentos de diálogo oficial. En realidad, no pocos ecumenistas dudan de que la Iglesia católica tengan la plenitud de los medios de salvación: un signo de tal ambigüedad es la práctica de la intercomunión y la búsqueda de lo que llaman consenso diferenciado sobre las verdades de la fe. Lo mismo se puede decir de la Declaración “Dominus Iesus” que sigue siendo actual por la problemática del diálogo interreligioso, y de las Encíclicas “Redemptoris missio” y “Fides ratio” que son imprescindibles para la teología de las religiones. Debe hacerse por lo tanto un estudio profundo del estado del movimiento ecuménico y del diálogo interreligioso.
¿A quién compete “velar” por todo esto? Ya que el término griego “episkopè” tiene este significado, compete sobre todo a los Obispos, como Pastores y Grandes Cancilleres de las Facultades teológicas, junto a los presidentes y rectores de los seminarios, vigilar que se enseñe la doctrina católica y que en constante parangón con ella se realice la reflexión filosófica y teológica. Muchas veces se oye decir que los Obispos pasan por alto muchas cosas para vivir tranquilos. Ésta es una omisión grave, porque de esta manera los futuros sacerdotes, confesores y pastores, los laicos que enseñarán religión, conducirán a las ovejas, como dice Dante: “al redil vacío de leche”. Cuando tal instancia primaria de revisión doctrinal y disciplinar no funciona, debe intervenir, según el principio de subsidiaridad, la Santa Sede; el itinerario de revisión no tiene nada de tenebroso, sino que se cumple según el método evangélico de la corrección fraterna.
El método teológico debe llevar a distinguir la verdad de los errores de lo que hoy llamamos teología “débil”. ¿Saben los Obispos si los docentes, al inicio de los curso, ayudan a los estudiantes a distinguir lo que es doctrina de lo que es teología? Son precisamente aquellos puntos de la doctrina católica sobre los que hay más ignorancia y confusión los que más deberían promover: en la Sagrada Escritura, en la historicidad de los Evangelios y de la persona de Jesucristo - visto lo que se nos viene encima con el Evangelio de Judas y el Código da Vinci - exponiendo los límites del método histórico-crítico y de las lecturas contextuales, espirituales y de las denominadas inspiradas; en los Sacramentos, la esencia y el papel de la gracia sacramental para la eficacia de los sacramentos, la indisolubilidad del matrimonio, la relación entre matrimonio y fe, entre matrimonio civil y eclesiástico.
En particular se debe constatar como está situada hoy la enseñanza moral dentro de la ley cristiana: frecuentemente algunos Obispos intervienen sobre temas bioéticos, expresando comprensión por la investigación en curso y por la situación de las personas, pero no hacen la más mínima alusión a la necesidad de la conversión pedida por Cristo y a la ayuda de la gracia, limitándose a la ley natural. ¿No estaría más de acuerdo con un Pastor hablar de las virtudes teologales y cardinales tan necesarias para ser “perfectos como el Padre”? El Pastor no es un opinion maker sino un hombre de Dios que habla con Dios y de Dios al hombre. Esta es la vocación de todo cristiano. Un profesor de religión, si no comunicase la doctrina católica sino que presentase la religión sólo como un fenómeno humano, ¿en qué se distinguiría de un profesor de filosofía?
Todo esto, mientras avanza entre los católicos el protestantismo en diversas partes de Europa, también a causa de la escasez de sacerdotes; se nos acostumbra a parroquias sostenidas por laicos, sin Eucaristía por tanto, o diócesis donde los consejos presbiterales están compuestos en gran parte por laicos; aumenta la división entre la fe personal y la fe de la Iglesia. Es urgente recuperar el occidente a la fe, a la doctrina católica de la única verdad salvífica. (Agencia Fides 8/6/2006 Líneas: 58 Palabras: 854)


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