AMERICA/ARGENTINA - “No pertenece a la sociedad ni a la autoridad pública conceder el derecho a la vida a unos y quitárselo a otros; toda discriminación de este tipo es injusta, y no hay ninguna causa que la justifique”: los Obispos de Río Negro ante la despenalización del aborto

jueves, 1 junio 2006

Río Negro (Agencia Fides) - “El derecho a la vida, el primer derecho” es el título de la Carta escrita por los Obispos de las diversas diócesis de la provincia de Río Negro en la que reiteran de nuevo su posición frente a la defensa de la vida, en un momento en que vuelve a ponerse en discusión en la provincia la despenalización del aborto. La carta, con fecha 31 de mayo del 2006, está firmada por Mons. Esteban Laxague, obispo de Viedma, Mons. Fernando Maletti, obispo de Bariloche, Mons. Néstor H. Navarro, obispo del Alto Valle, Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo Emérito de Viedma, Mons. José Pedro Pozzi, obispo Emérito Alto Valle.
Los Obispos afirman que “el respeto a la vida humana no es algo que se impone únicamente a los cristianos; pues también la razón por sí misma lo exige basándose en el análisis de lo que es y debe ser una persona”. La Ética debe iluminar las conciencias sobre los derechos y los deberes recíprocos de la persona y la sociedad y el Derecho debe determinar y ordenar los deberes que hay que prestar socialmente, pero “hay un conjunto de derechos que la sociedad, ciertamente no puede conceder porque son anteriores a ella, pero que tiene la misión de tutelar y hacer valer; tales son la mayor parte de los llamados hoy día ‘Derechos del hombre’”.
De entre estos derechos señalan los Obispos el primero de todos: el derecho a vivir, derecho que “debe ser protegido más que ningún otro”. “No pertenece a la sociedad ni a la autoridad pública - continua el texto - conceder este derecho a unos y quitárselo a otros; toda discriminación de este tipo es injusta, y no hay ninguna causa que provenga de la raza, del sexo, ni siquiera de la religión que la justifique”. Por ello, “el respeto a la vida humana se impone desde que comienza el proceso embrionario de esa determinada vida humana. Desde el momento en que se dé la fecundación del óvulo, se inicia una vida que no es ni del padre ni de la madre, sino de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo”. Recuerdan los Obispos que la Tradición cristiana “es clara y unánime desde el principio en defensa de la vida, desde el mismísimo momento de la concepción”.
Concluyen los Obispos la Carta realizando un llamamiento a todos a “ser servidores de ese don magnifico de la vida” pues “protegerla, cuidarla, quererla bien es una tarea que exige la inteligencia, la colaboración y el compromiso de todos”. (RG) (Agencia Fides 1/6/2006 Líneas: 31 Palabras: 474)


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