VATICANO - “Los consagrados y las consagradas tienen hoy la tarea de ser testimonios de la transfigurada presencia de Dios en un mundo cada vez más desorientado y confuso”: Audiencia del Santo Padre Benedicto XVI a los Superiores y Superioras Generales de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica

lunes, 22 mayo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Deseo que este momento de encuentro y comunión profunda con el Papa pueda ser para cada uno de vosotros motivo de aliento y consuelo en la realización de compromiso siempre exigente y a veces contrastado. El servicio de la autoridad exige una presencia constante, capaz de animar y proponer, de recordar la razón de ser de la vida consagrada, de ayudar a las personas a vosotros confiadas a corresponder con una fidelidad siempre renovada a la llamada del Espíritu”. Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI se ha dirigido a los Superiores y Superioras Generales de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica recibidos en audiencia esta mañana, 22 de mayo.
El Santo Padre señaló la gran responsabilidad que compete a los Superiores y Superioras generales, en su misión de sostener y guiar a sus hermanos y hermanas “en una época no fácil, marcada por múltiples insidias. Los consagrados y las consagradas tienen hoy la tarea de ser testigos de la transfigurada presencia de Dios en un mundo cada vez más desorientado y confuso, un mundo en el que los matices han sustituido a los colores netos y bien caracterizados. Ser capaces de mirar este nuestro tiempo con una mirada de fe significa estar en grado de mirar al hombre, el mundo y la historia a la luz del Cristo crucificado y resucitado”.
Continuando con su discurso, el Papa ha puesto en evidencia que “la cultura secularizada ha penetrado en la mente de no pocos consagrados” y, por tanto, “la vida consagrada conoce hoy la insidia de la mediocridad, del aburguesamiento y de la mentalidad consumista… Una condición previa al seguimiento del Señor es la renuncia, el desapego de todo lo que no es Él. El Señor quiere hombres y mujeres libres, no vinculados, capaces de abandonarlo todo por seguirle y encontrar sólo en Él todo”. Después Benedicto XVI recordó la necesidad de decisiones valientes, a nivel personal y comunitario, que impriman una nueva disciplina a la vida de las personas consagradas y las lleven a descubrir la dimensión totalizante del seguimiento de Cristo”.
El Papa se detuvo después a reflexionar sobre el tema de la pertenencia al Señor: “Ésta es la misión de los hombres y mujeres que han elegido seguir a Cristo, casto, pobre y obediente, para que el mundo crea y se salve. Ser totalmente de Cristo para convertirse en una permanente confesión de fe, una inequívoca proclamación de la verdad que hace libres frente a la seducción de los falsos ídolos que deslumbran al mundo”. Para asegurar el nutrimento de la vida interior que mantenga siempre viva la llama interior del amor, son necesarias la oración y la cotidiana participación en la Eucaristía. El Santo Padre Benedicto XVI ha puesto también en evidencia la necesidad de que las personas consagradas vivan una vida casta, que “quiere decir renunciar a la necesidad de aparecer, asumiendo un estilo de vida sobrio y humilde. Los religiosos y las religiosas están llamados a demostrarlo también en la elección del hábito, un hábito sencillo que sea signo de la pobreza vivida en unión a Aquel que de rico que era se ha hecho pobre para hacernos ricos con su pobreza”.
Para concluir su discurso, el Santo Padre exhortó a los consagrados y consagradas “a ser en el mundo signo creíble y luminoso del Evangelio y de sus paradojas, sin conformarse con la mentalidad de este siglo, sino transformándose y renovando continuamente el propio compromiso, para poder discernir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable a Él y perfecto”. (S.L.) (Agencia Fides 22/5/2006 Líneas: 48 Palabras: 662)


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