AMERICA/CHILE “No son las frías propuestas eutanásicas las que aliviarán a los enfermos y a sus familiares. Eso es no comprender y no conocer al ser humano”, afirma el Secretario de la Conferencia Episcopal

martes, 16 mayo 2006

Santiago (Agencia Fides) - “¿Puede ser una ‘buena muerte’, aquella que se procura mediante, por ejemplo, una inyección letal? ¿No será más digna una muerte natural, en la que se han dispuesto todos los medios científicos para aplacar el dolor del cuerpo y, a la vez, todos los medios del amor para mitigar los dolores del alma?”, se pregunta Mons. Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile, ante las propuestas de legalización o despenalización de la eutanasia, en un comentario titulado “Eutanasia ¿muerte digna?”. Efectivamente, según constata Mons. Contreras, “en diversos países del mundo han surgido movimientos que descubren en el acompañamiento compasivo de los enfermos el modo de conducirlos a una muerte verdaderamente digna”.
Según su propia experiencia pastoral y familiar el Obispo afirma que aun cuando muchas veces los sufrimientos de los enfermos terminales son muy grandes, “la mayoría de esas personas se entregan a este trance sin desesperación, fortalecidas por el consuelo de tener a sus seres amados junto a ellos y también por el acompañamiento espiritual de la Iglesia”. Sin embargo hay casos, continua el Obispo en que los dolores pueden ser insoportables pero porque “se potencian con dolores de otro tipo, los más profundos del alma, aquellos producidos por la soledad humana y la falta de esperanza”. Precisamente en estas situaciones es cuando muchos piensan que “la vida de ha perdido sentido y, por lo tanto, su valor” y se ven empujados a creer “que la dignidad de la muerte está en apresurarla, evitando todo tipo de sufrimientos”.
Frente a esta realidad, el Obispo recuerda el trabajo de tantos grupos de cuidados paliativos cuyo éxito está en sus voluntarios que “son capaces de estar, de padecer con y junto al enfermo” valorando la existencia de la persona “no desde su utilidad social, sino desde el don que pueden hacer de sí mismos a los demás”. “Esa entrega siempre valdrá la pena, aunque implique la dificultad de asumir el dolor y no de evadirlo, pese a que exija el gran sacrificio de compartir el sufrimiento del corazón frente al otro ser humano a quien se le va la vida”.
“No son las frías propuestas eutanásicas las que aliviarán a los enfermos y a sus familiares y amigos- constata Mons. Cristián- . Eso es no comprender y no conocer al ser humano”. Si bien también hay que tener en cuenta, continua el comentario, que esta resistencia a la eutanasia no debe nunca entenderse como una “legitimación de aquellos medios, injustos también, que pretenden prolongar la vida de una persona a cualquier costo humano y económico”
“Los avances de la medicina nos ofrecen maravillosas oportunidades de aliviar el sufrimiento humano, pero a la vez nos plantean desafíos éticos que apuntan al rol más profundo de una sociedad: el hacerse cargo los unos de los otros, tanto en la salud como en la enfermedad”: concluye el Obispo. (RG) (Agencia Fides 16/572006 Líneas: 37 Palabras: 520)


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