VATICANO - El Papa Benedicto XVI abre los ritos de Semana Santa: "El Domingo de Ramos, sin embargo, nos dice que el auténtico gran «sí» es precisamente la Cruz, que la Cruz es el auténtico árbol de la vida. No alcanzamos la vida apoderándonos de ella, sino dándola. El amor es la entrega de nosotros mismos y, por este motivo, es el camino de la vida auténtica simbolizada por la Cruz”

lunes, 10 abril 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Desde hace veinte años, gracias al Papa Juan Pablo II, el Domingo de Ramos se ha convertido de manera particular en el día de la juventud- el día en que los jóvenes del todo el mundo salen al encuentro de Cristo, deseando acompañarle en sus ciudades y sus países para que esté entre nosotros y pueda establecer en el mundo su paz": con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI ha comenzado la homilía durante la solemne celebración litúrgica del domingo de Ramos y la Pasión del Dios en la plaza de San Pedro. El Santo Padre ha bendecido las palmas y ramos de olivo ante el obelisco y después se ha dirigido en procesión hacia la Basílica, dónde ha celebrado la Santa Misa de la Pasión del Señor. Han participado en la celebración numerosos jóvenes de Roma y de otras diócesis, con motivo de la XXI Jornada Mundial de la Juventud. Al término de la Santa Misa ha tenido lugar el paso de la Cruz del año Santo y del icono de la Beata Virgen Maria de los jóvenes de Colonia (Alemania) a sus coetáneos procedentes de Sydney (Australia), dónde en el 2008 se celebrará la XXIII Jornada Mundial de la Juventud.
En su homilía el Santo Padre ha explicado los acontecimientos del domingo de Ramos y su sentido para todos los tiempos: "Jesús entra en la Ciudad Santa a lomos de un asno, es decir, el animal de la sencilla gente del campo, y además un asno que no le pertenece, que ha tomado prestado para esta ocasión". Sólo después de Pascua los discípulos se percataron de que Jesús, actuando así, estaba cumpliendo los anuncios de los profetas, mostraba que su acción derivaba de la Palabra de Dios y la llevaba a su cumplimiento". Después el Papa se ha centrado en tres aspectos anunciados por el profeta referentes al próximo rey. En primer lugar, él será un rey de los pobres, un pobre entre los pobres y para los pobres: "La pobreza en el sentido de Jesús --en el sentido de los profetas-- presupone sobre todo la libertad interior de la avaricia y del afán de poder Se trata, ante todo, de la purificación del corazón, gracias a la cual se reconoce que la posesión es responsabilidad ante los demás, que bajo laminada de Dios y se deja guiar por Cristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros (Cf. 2 Corintios 8, 9)”.
Como segundo aspecto, el profeta muestra que este rey será un rey de paz: "él hará desaparecer los carros de guerra y los caballos de batalla, romperá los arcos y anunciará la paz… La nueva arma que Jesús pone en nuestras manos es la Cruz, signo de reconciliación, signo del amor que es más fuerte que la muerte. Cada vez que nos hacemos la señal de la Cruz tenemos que acordarnos de no responder a la injusticia con otra injusticia, a la violencia con otra violencia; tenemos que acordarnos de que sólo podemos vencer al mal con el bien, sin devolver mal por mal". La tercera afirmación del profeta es el preanuncio de la universalidad: " el reino del rey de la paz se extiende «de mar a mar… hasta los confines de la tierra… el espacio del rey mesiánico ya no es un país determinado, que se separaría de los demás, y que inevitablemente tomaría posición contra los demás países. Su país es la tierra, el mundo entero”.
"Estas tres características anunciadas por el profeta - pobreza, paz, universalidad - están resumidas en el signo de la Cruz - ha concluido Benedicto XVI -. Por ello, con razón, la Cruz se ha convertido en el centro de la Jornadas Mundiales de la Juventud. Ha habido un período - y todavía no se ha superado completamente - en el que se rechazaba el cristianismo precisamente a causa de la Cruz. La Cruz habla de sacrificio, se decía, la Cruz es signo de negación de la vida.… El domingo de Ramos, sin embargo, nos dice que el auténtico gran «sí» es precisamente la Cruz, que la Cruz es el auténtico árbol de la vida. No alcanzamos la vida apoderándonos de ella, sino dándola. El amor es la entrega de nosotros mismos y, por este motivo, es el camino de la vida auténtica simbolizada por la Cruz". (S.L) (Agencia Fides 10/4/2006 - Líneas: 49 Palabras: 799)


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