VATICANO - "Los Apóstoles y sus sucesores son los custodios y los testigos autorizados del depósito de la verdad entregado a la Iglesia, y son también los ministros de la caridad" afirma el Papa Benedicto XVI en la catequesis del miércoles, y recuerda los 500 años del nacimiento de San Francisco Javier

jueves, 6 abril 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En el curso de la audiencia general del miércoles, realizada en la plaza de San Pedro golpeada por un fuerte viento, el Papa Benedicto XVI ha continuado la nueva serie de catequesis sobre el tema "El servicio a la comunión". El Santo Padre ha explicado: "Queremos considerar los orígenes de la Iglesia, para entender el diseño originario de Jesús, y comprender así lo esencial de la Iglesia, que permanece con el pasar del tiempo. Queremos así comprender también el por qué de nuestro ser en la Iglesia y como debemos comprometernos a vivirlo al inicio de un nuevo milenio cristiano."
El Papa Benedicto XVI ha destacado dos aspectos de la Iglesia naciente: el primero, profundizado sobre todo por san Ireneo de Lión, subraya que existe "una íntima unión entre el Espíritu Santo y la Iglesia". El segundo aspecto específica que esta unión no "anula nuestra humanidad con toda su debilidad, y así la comunidad de los discípulos conoce desde el inicio no sólo la alegría del Espíritu Santo, la gracia de la verdad y del amor, sino también la prueba, constituida sobre todo por los contrastes entre las verdades de fe, con las consiguientes laceraciones de la comunión". "Por lo tanto siempre existe el peligro - ha continuado el Papa -, en las vicisitudes del mundo y también en las debilidades de la Iglesia, de perder la fe, y así, de perder también el amor y la fraternidad. Por tanto, es un deber preciso de quien cree en la Iglesia del amor y quiere vivir en ella reconocer también este peligro y aceptar que no es posible la comunión con quien se ha alejado de la doctrina de la salvación". La Iglesia naciente era bien consciente de estas posibles tensiones en la experiencia de la comunión, y en efecto, en el Nuevo Testamento se evidencia con fuerza "la realidad y el deber del amor fraterno entre los cristianos" como viene expresada con drástica severidad a los adversarios, que han sido miembros de la comunidad y que ya no lo son.: "La Iglesia del amor es también la Iglesia de la verdad, entendida sobre todo, como fidelidad al Evangelio confiado por el Señor Jesús a los suyos."
La familia de los hijos de Dios "para vivir en la unidad y en la paz, necesita de alguien que la custodie en la verdad y la guíe con sabio y autorizado discernimiento: esto es lo que está llamado a hacer el ministerio de los Apóstoles... La Iglesia es toda del Espíritu, pero tiene una estructura, la sucesión apostólica, a la que corresponde la responsabilidad de garantizar la permanencia de la Iglesia en la verdad donada por Cristo, de quien procede también la capacidad del amor". En los Hechos de los Apóstoles se representa la vida de la Iglesia naciente: "La comunión nace de la fe suscitada por la predicación apostólica, se alimenta de la fracción del pan y la oración, y se expresa en la caridad fraterna y en el servicio". El Santo Padre ha subrayado después: "Los Apóstoles y sus sucesores son por tanto, los custodios y los testigos autorizados del depósito de la verdad entregado a la Iglesia, y son también los ministros de la caridad: dos aspectos que van juntos. Tienen que pensar siempre en el carácter inseparable de este doble servicio, que en realidad es el mismo: verdad y caridad, reveladas y donadas por el Señor Jesús.… ¡La verdad y el amor son dos caras del mismo don: que procede de Dios y que gracias al ministerio apostólico es custodiado en la Iglesia y nos llega hasta nuestro presente!”
Al término de la audiencia, dirigiéndose a los peregrinos de lengua española, el Santo Padre ha recordado en particular la figura de San Francisco Javier con estas palabras: " El próximo día 7 de abril se celebran los 500 años del nacimiento de san Francisco Javier, el gran misionero jesuita que predicó el Evangelio por tierras de Asia, abriendo muchas puertas a Cristo. Me uno a dicha celebración agradeciendo al Señor este gran don a su Iglesia. He enviado al Cardenal Antonio María Rouco para presidir los actos en el Santuario de Javier, en Navarra, España. Me uno a él y a todos los peregrinos que acudirán a tan insigne lugar misionero. Al contemplar la figura de san Francisco Javier, nos sentimos llamados a rezar por quienes dedican su vida a la misión evangelizadora, proclamando la belleza del mensaje salvador de Jesús". (S.L) (Agencia Fides 6/4/2006, Líneas: 51 Palabras: 800)


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