VATICANO - El Papa Benedicto XVI en la homilía de la Misa en sufragio de Juan Pablo II: "Sentimos cómo resuenan en el espíritu sus repetidas invitaciones a avanzar sin miedo por el camino de la fidelidad del Evangelio para ser los heraldos y testigos de Cristo en el tercer milenio"

martes, 4 abril 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Esta tarde nuestro pensamiento vuelve con emoción al momento de la muerte del amado Pontífice, pero al mismo tiempo el corazón se siente impulsado a mirar hacia adelante. Sentimos cómo resuenan en el espíritu sus repetidas invitaciones a avanzar sin miedo por el camino de la fidelidad del Evangelio para ser los heraldos y testigos de Cristo en el tercer milenio. Vuelven a nuestra mente sus incesantes exhortaciones a cooperar generosamente en la realización de una humanidad más justa y solidaria, a ser agentes de paz y constructores de esperanza. Permanezca siempre fija nuestra mirada en Cristo, "el mismo ayer, hoy y siempre" (Heb 13,8) que guía firmemente su Iglesia." Con estas palabras se ha dirigido el Santo Padre Benedicto XVI, a las decenas de millares de peregrinos que estaban congregados la tarde del lunes 3 de abril en la plaza de San Pedro para participar en la celebración de la Santa Misa presidida por el Papa y concelebrada por los Cardenal presentes en Roma, en sufragio del difunto Sumo Pontífice Juan Pablo II.
"En estos días está particularmente viva en la Iglesia y en el mundo la memoria del Siervo de Dios Juan Pablo II en el primer aniversario de su muerte - ha dicho Benedicto XVI al inicio de su homilía -. Saludo con afecto, junto a los Cardenales, a los Obispos, sacerdotes, religiosos y los numerosos peregrinos llegados de tantas partes, especialmente de Polonia, para testimoniar su estima, afecto y profunda gratitud."
Comentando las lecturas proclamadas y aplicándolas al Papa Juan Pablo II, el Santo Padre ha dicho: "En la primera lectura, perteneciente al Libro de la Sabiduría, se nos ha recordado cuál es el destino final de los justos: un destino de felicidad superabundante, que recompensa sin medida por los sufrimientos y las pruebas afrontadas en el curso de la vida." Luego ha proseguido refiriéndose a la misión de Juan Pablo II: Él “entregó toda su existencia a Dios y a la Iglesia y vivió especialmente la dimensión sacrificial de su sacerdocio en la celebración de la Eucaristía… Él no ocultó nunca su deseo de ser cada vez más una sola cosa con Cristo Sacerdote, a través del Sacrificio eucarístico, fuente de incansable dedicación apostólica". En la segunda lectura, san Pedro también utiliza la imagen del oro probado con el fuego y la aplica a la fe (cfr 1 Pt 1,7). "En efecto, es especialmente en las dificultades de la vida donde se prueba y verifica la calidad de la fe de cada uno: su solidez, su pureza, su coherencia con la vida - ha dicho Benedicto XVI -. Ahora bien, el llorado Pontífice, a quien Dios había dotado de muchos dones humanos y espirituales, pasando a través del crisol de los cansancios apostólicos y de la enfermedad, se presentó cada vez más como una "roca" en la fe… Una fe convencida, fuerte, auténtica, libre de miedos y compromisos, que ha contagiado el corazón de mucha gente, gracias también a las numerosas peregrinaciones apostólicas a todas las partes del mundo, y especialmente gracias a ese último "viaje", su agonía y muerte”.
Por último, la página del Evangelio, que presenta a Juan a los píes de la Cruz junto a Maria a quienes Jesús confió el uno al otro, ayuda a comprender a otro aspecto de la personalidad humana y religiosa de Juan Pablo II: "Como el apóstol evangelista, también él acogió a Maria en su casa… quién abre el corazón a Maria, viene en realidad acogido por Ella y se hace propiedad suya. El lema del escudo del Pontificado del Papa Juan Pablo II, Totus tuus, resume bien esta experiencia espiritual y mística, en una vida orientada completamente a Cristo a través de Maria: 'ad Iesum per Mariam'. El Papa Benedicto XVI concluyó su homilía encomendándose a la intercesión de la Virgen, Madre de la Iglesia, para que nos ayude a ser en toda circunstancia como Juan Pablo II, "apóstoles incansables de su divino Hijo y profetas de su amor misericordioso". (S.L) (Agencia Fides 4/4/2006 - Líneas: 46 Palabras: 722)


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