VATICANO - "Los Santos de la Caridad" de la encíclica "Deus caritas est": San Luigi Orione

miércoles, 29 marzo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El mandamiento del amor que Jesús ha donado a la Iglesia como signo distintivo de los creyentes se realiza, según los tiempos y los lugares, asumiendo características siempre nuevas. El Papa recuerda esta vitalidad del ágape cristiano cuando presenta la espiritualidad y la acción de algunos Santos que han surcado la historia de la Iglesia distinguiéndose como modelos de caridad: desde los primeros siete diáconos hasta san Martín de Tours, desde el movimiento monástico hasta los santos que Benedicto XVI define como modelos insignes de caridad social (cfr Deus caritas est n. 40). Entre estos se encuentra también Don Orione, nacido en Pontecurone, (AL) el 23 de junio de 1872 y muerto en San Remo (IM) el 12 de marzo de 1940. ¿Por qué el Papa enumera entre los santos de la caridad social don Orione? La respuesta la encontramos en algunos escritos y episodios de su vida.
Ante todo don Orione es un hijo del pueblo, de la clase humilde trabajadora: su padre Vittorio, adoquinador, recorría las calles del Tortonese y de Monferrato par arreglar las calles y plazas con los guijarros del río Scrivia. Cuándo Luigi era ya grandecito, sin pensarlo mucho, lo sacó de la escuela y se lo llevaba consigo por las calles. Este trabajo marcó el corazón del joven Luigi y le enseñó no sólo a sufrir para conseguir el pan cotidiano sino sobre todo la cercanía con los últimos, con el proletariado que se estaba alejando de la Iglesia para adherirse a las recientes ideologías socialistas de las primeras décadas del 900. El trabajo de espigador - con mamá Carolina - y de adoquinador infundió en el ánimo de don Orión un fuerte sentido de la justicia contra la explotación de los trabajadores: "Un horizonte nuevo se abre, una conciencia social nueva se va elaborando a la luz de aquella civilización cristiana, progresiva siempre, que es flor de Evangelio. Trabajadores y trabajadoras del arrozal, en el nombre de Cristo, que nació pobre, que vivió pobre y murió pobre: que vivió entre los pobres, que trabajó como vosotros, amando a los pobres y a los que trabajaban: en el nombre de Cristo, llega la hora vuestra reconquista."
En segundo lugar don Orione es un santo social porque supo conjugar con sabia previsión el servicio al prójimo con la promoción de la persona humana por medio de la fundación de numerosas obras de caridad. Los Pequeños Cottolengo de Génova y Milán dan testimonio el corazón sin fronteras de san Luigi Orione que no se ahorró su vida para socorrer a los últimos durante los terremotos de Reggio Calabria - Mesina (1908) y de Marsica (1925). El "santo" de la caridad fue protagonista acreditado y eficaz de los primeros socorros y de la siguiente reconstrucción con ocasión de estas dos calamidades naturales entre las más desastrosas que ha conocido la Italia del 900. Fue precisamente durante los socorros después del terremoto de Abruzzo cuando conoció y hospedó en sus casas al joven Secondino Tranquilli, de todos conocido como Ignazio Silone.
En tercer lugar don Orione es un santo social porque quiso que sus Obras caritativas fueran un púlpito de evangelización para toda la sociedad y no sólo para los que iban a la iglesia. Como auténtico apóstol cristiano él sabía bien que la fe es un camino importante para promover tanto la dignidad de la persona como de la sociedad en su conjunto. Dio este objetivo a su Congregación: "difundir el conocimiento y el amor de Jesucristo, de la Iglesia y del Papa, especialmente en el pueblo; llevar y unir con un vínculo dulce y estrecho con toda la mente y el corazón, a los hijos del pueblo y a las clases trabajadoras con la Sede Apostólica… y eso a través del apostolado de la caridad entre los pequeños y pobres."
Concluyo con un pasaje de Juan Pablo II pronunciado el 16 de octubre de 1980 con ocasión de la beatificación de don Orione y que resume bien su espiritualidad: "¡Él se dejó conducir siempre y sólo por la lógica del amor! Amor inmenso y total a Dios, a Cristo, a Maria, a la Iglesia, al Papa y amor igualmente absoluto al hombre, a todo el hombre, alma y cuerpo, y a todos los hombres, pequeños y grandes, ricos y pobres, humildes y sabios, santos y pecadores, con particular bondad y ternura hacia los que sufren, los marginados, los desgraciados. Así enunciaba su programa de acción: "Nosotros vemos en los otros almas a las que hay que salvar. ¡Almas y almas! He aquí toda nuestra vida: he aquí el grito y nuestro programa: todo nuestra alma, todo nuestro corazón." Y así exclamaba con líricos acentos: "Cristo viene llevando en su corazón a la Iglesia y en su mano las lágrimas y la sangre de los pobres: la causa de los afligidos, de los oprimidos, de las viudas, de los huérfanos, de los humildes, de los marginados: detrás de Cristo se abren nuevos cielos: ¡es como la aurora del triunfo de Dios!".
Hoy la Pequeña Obra de la Divina Providencia está formada por 1.070 religiosos, 950 religiosas y cerca de 200 consagrados del Instituto Secular Orionino. La Familia orionina está difundido por cuatro continentes, todavía no está presiente en Oceanía, y en 34 naciones. (Don Aurelio Husos, Secretario general de la Pequeña Obra de la Divina Providencia) (Agencia Fides 29/3/2006, Líneas: 60 Palabras: 911)


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