VATICANO - El Papa Benedicto XVI comienza un nuevo ciclo de catequesis dedicado al misterio de la relación entre Cristo y la Iglesia: la luz del Rostro de Cristo se refleja en el rostro de la Iglesia, "a pesar de los límites y las sombras de nuestra humanidad frágil y pecadora"

miércoles, 15 marzo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Benedicto XVI ha dado hoy inicio, durante la audiencia general en la plaza de San Pedro, a un nuevo ciclo de catequesis, como ha anunciado al inicio de su discurso: "Quiero dedicar los próximos encuentros del miércoles al misterio de la relación entre Cristo y la Iglesia, considerándolo a partir de la experiencia de los Apóstoles, a la luz de la tarea que se les confío. La Iglesia ha sido constituida sobre el fundamento de los apóstoles como comunidad de fe, de esperanza y de caridad. A través de los apóstoles, nos remontamos al mismo Jesús". Retomando la propuesta de Juan Pablo II al inicio del tercer milenio, expresa en la Carta apostólica "Novo milenio ineunte", de contemplar "el rostro de Cristo", el Papa Benedicto XVI ha manifestado que quiere proseguir en la misma dirección: " quisiera mostrar precisamente que la luz de ese Rostro se refleja en el rostro de la Iglesia, a pesar de los límites y de las sombras de nuestra humanidad frágil y pecadora. Después de María, reflejo puro de la luz de Cristo, los apóstoles, con su palabra y testimonio, nos entregan la verdad de Cristo. Su misión no está aislada, se enmarca dentro de un misterio de comunión que involucra a todo el Pueblo de Dios y se realiza por etapas, de la antigua a la nueva Alianza”.
El Santo Padre ha subrayado ante todo "que se tergiversa totalmente el mensaje de Jesús si se le separa del contexto de la fe y de la esperanza del pueblo elegido"… " Si bien su predicación es siempre un llamamiento a la conversión personal, en realidad tiende continuamente a constituir el Pueblo de Dios que vino a reunir y a salvar"… " Un signo evidente de la intención del Nazareno de reunir a la comunidad de la Alianza para manifestar en ella el cumplimiento de las promesas hechas a los Padres, que siempre hablan de convocación, de unificación, de unidad, es la institución de los Doce"… "Eligiendo a los Doce, e introduciéndolos en una comunión de vida con él y haciéndolos partícipes de su misma misión de anuncio del Reino, con palabras y obras, Jesús quiere decir que ha llegado el tiempo definitivo en el que llegan a cumplimiento las promesas de Dios”.
Con su misma existencia los Doce "se convierten en un llamamiento para todo Israel a convertirse y a dejarse reunir en la nueva alianza, cumplimiento pleno y perfecto de la antigua. Al haberles confiado la tara de celebrar su memorial en la Cena, antes de la Pasión, Jesús muestra que quería transferir a toda la comunidad en la persona de sus cabezas el mandato de ser, en la historia, signo e instrumento de la reunión escatológica comenzada por Él". Los doce Apóstoles son "el signo más evidente de la voluntad de Jesús sobre la existencia y la misión de su Iglesia, la garantía de que entre Cristo y la Iglesia no hay contraposición… Entre el Hijo de Dios, hecho carne y su Iglesia, se da una continuidad profunda, inseparable y misteriosa, en virtud de la cual Cristo se hace presente hoy en su pueblo y en particular entre los Apóstoles que son sus sucesores”. (S.L) (Agencia Fides 15/3/2006, Líneas: 36 Palabras: 591)


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