VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Santa Sabina: "La respuesta cristiana a la violencia que amenaza la paz en el mundo es la de recorrer el camino seguido por Aquel que frente a los males de su tiempo y de todos los tiempos abrazo decididamente la Cruz, siguiendo el sendero más largo, pero eficaz del amor"

jueves, 2 marzo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La tarde del miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, el Santo Padre Benedicto XVI presidió la celebración en la forma de "Estaciones" romanas, sobre la colina Aventino. En la Iglesia de San Anselmo tuvo lugar un momento de oración al que siguió la procesión penitencial hacia la Basílica de Santa Sabina. En la procesión tomaron parte los Cardenales, Arzobispos, Obispos, Monjes Benedictinos de San Anselmo, Padres dominicanos de Santa Sabina y algunos fieles. Al término de la procesión, en la Basílica de Santa Sabina, el Santo Padre Benedicto XVI presidió la celebración de la eucaristía con el rito de bendición e imposición de la ceniza.
En la homilía de la Misa, el Santo Padre recordó que la procesión penitencial ayuda a entrar en el clima típico del Cuaresma, "que es una peregrinación personal y comunitaria de conversión y renovación espiritual". "Según la antiquísima tradición romana de los estaciones cuaresmales, durante este tiempo los fieles, junto a los peregrinos, se juntan cada día y hacen una parada - estación - en una de las muchas "memorias" de los Mártires, que constituyen los fundamentos de la Iglesia de Roma… A pesar del paso de los siglos, estos ritos conservan su valor, porque recuerdan la importancia, también en estos nuestros tiempos, de acoger sin componendas las palabras de Jesús: "Si alguien quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz de cada día y me siga" (Lc 9,23).
El rito propio del primer día del Cuaresma, la imposición de la Ceniza, nos hace "comprender la actualidad de la admonición del profeta Joel, que se ha oído también en la primera Lectura, admonición que conserva para nosotros su saludable validez: a los gestos exteriores debe siempre corresponder la sinceridad del ánimo y la coherencia de las obras". Otro aspecto de la espiritualidad cuaresmal es el "combate" contra el espíritu del mal. "Cada día, pero especialmente en Cuaresma, el cristiano debe afrontar una lucha, como la que Cristo sostuvo en el desierto de Judá dónde durante cuarenta días fue tentado por el diablo, y luego en Getsemaní, cuando rechazó la extrema tentación aceptando hasta el final la voluntad del Padre. Se trata de una batalla espiritual, dirigida contra el pecado y, últimamente, contra Satanás. Es una lucha que implica a toda la persona y requiere una atenta y constante vigilancia… La Cuaresma nos recuerda, por tanto, que la existencia cristiana es un combate sin tregua, donde se usan las armas de la oración, del ayuno y la penitencia".
El itinerario ascético que cada discípulo de Jesús está llamado a recorrer "con humildad y paciencia, con generosidad y perseverancia" en la secuela del divino Maestro, hace a los cristianos testigos y apóstoles de paz. Podríamos decir - ha continuado el Santo Padre - que esta actitud interior nos ayuda a evidenciar mejor cual debe ser la respuesta cristiana a la violencia que amenaza la paz en el mundo. De cierto, no es la venganza, ni el odio, ni tampoco la fuga en un espiritualismo falso. La respuesta de quien sigue a Cristo es más bien la de recorrer el camino seguido por Aquel que frente a los males de su tiempo y de todos los tiempos abrazo decididamente la Cruz, siguiendo el sendero más largo, pero eficaz del amor. Sobre sus huellas y unidos a Él, debemos todo comprometernos en vencer al mal con el bien, a la mentira con la verdad, al odio con el amor."
El Papa Benedicto XVI ha recordado después que el amor debe traducirse en gestos concretos hacia el prójimo, especialmente hacia los pobres y necesitados: "la concreción del amor constituye uno de los elementos esenciales de la vida de los cristianos, que son animados por Jesús a ser luz del mundo, para que los hombres, viendo sus ' buenas obras ', den gloria a Dios (cfr Mt 5,16). Esta recomendación es para nosotros más oportuna que nunca al inicio de la Cuaresma, para que comprendemos cada vez más que "la caridad no es para la Iglesia una especie de actividad de asistencia social... sino que pertenece a su naturaleza, es expresión irrenunciable de su misma esencia" (Deus caritas est, 25, a)". (S.L) (Agencia Fides 2/3/2006 - Líneas: 51 Palabras: 759)


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