EUROPA/ESPAÑA - “La malicia radical de estas prácticas consiste en atribuirse la capacidad de producir seres humanos artificialmente con un fin utilitario y condenar a la muerte a los que no sirvan para los fines deseados”: denuncia de los Obispos españoles ante al aprobación de la Ley de Reprodución Humana

lunes, 27 febrero 2006

Madrid (Agencia Fides) - Después de la aprobación en el Parlamento español de la Ley sobre “Técnicas de Reproducción Humana Asistida”, numerosos Obispos han lazado su voz denunciando este grave delito porque, como se leía en la nota de prensa del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal, (ver Fides 24/2/2006) “alzando nuestra voz contra la legalización de tan graves atentados contra el ser humano, cumplimos con el deber que tenemos de anunciar el Evangelio de la vida y prestamos un verdadero servicio a nuestra sociedad”.
“La vida humana está en peligro” es el grito lanzado por Mons. Demetrio Fernández, Obispo Tarazona en su carta titulada “Otro atentado”. “No todo lo que la ciencia pueda hacer es bueno para el hombre. La ciencia tiene posibilidades que alguna autoridad humana tiene que encauzar”. Por ello, continua el Obispo “decir no a estos avances de la ciencia es para decir SI a la vida humana en cualquiera de sus fases”. “la Iglesia - evidencia Mons. Demetrio - aunque se quede sola, continuará gritando a favor de la vida naciente”.
De “cruel, discriminatoria y totalitaria” la ha calificado Mons. Fernando Sebastián Aguilar, Arzobispo de Pamplona en su carta titulada “Una ley cruel y engañosa”. Considera el Arzobispo que con esta ley “la autoridad pretende poder decidir sobre la vida y la muerte de miles de seres humanos”. “La malicia radical de estas prácticas - afirma Mons. Sebastián - consiste en atribuirse la capacidad de producir seres humanos artificialmente con un fin utilitario y condenar a la muerte a los que no sirvan para los fines deseados”. “El problema está en la pretensión de arrogarse una libertad omnímoda en el ejercicio de la autoridad sin ninguna limitación de la plena autonomía por razones éticas y morales”.
“Nos parece un disparate manipular el don sagrado de la vida, cuando en nombre de la vida curable se destruye la vida naciente” afirma por su parte Mons. Jesús Sanz, Obispo de Huesca y Jaca. “No deja de ser hipócrita, continua el Obispo, que quien dicta leyes para que no se contaminen nuestros pulmones con el humo nocivo del tabaco, proponga otras que asfixian la vida del embrión humano”.
Mons. Jose Manel Lorca Planes, Obispo de Teruel y Albarracín, afirma que “no faltaran voces que traten de engañar” afirmando que se solucionarán muchas enfermedades o que “no tardarán en acusar a la Iglesia de que se mete en cuestiones que no le corresponden”. Pero a pesar de ello, “hay que seguir diciendo en voz alta que esto no es progresar, sino matar a inocentes aunque no hayan nacido. Hay que decir que quien defiende la vida ama a sus semejantes y quien la destruye, los desprecia”. Finaliza su carta Mons. Juan Manuel pidiendo a todos los fieles que digan NO a estos “oscuros experimentos” y pidiendo a los políticos cristianos “que nos los apoyen aunque tengan que desobedecer, porque la vida de una persona es antes que las ideologías”. (RG) (Agencia Fides 27/2/2006 Líneas: 37 Palabras: 538)


Compartir: