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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la audiencia general de esta mañana, que se ha desarrollado en el aula Pablo VI, el Santo Padre Benedicto XVI ha completado la catequesis sobre el Salmo 144 comentando la segunda parte (versículos14-21 - "tu reino es un reino eterno" - Vísperas del viernes de la IV Semana) según la división propuesta por la Liturgia de las Horas.
"El salmista concentra su atención en el amor que el Señor reserva de manera particular al pobre y al débil - ha explicado el Santo Padre -. la realeza divina no es ni indiferente ni altanera, como a veces puede suceder con el ejercicio del poder humano. Dios expresa su realeza inclinándose ante las criaturas más frágiles e indefensas". En efecto Dios "es ante todo un padre que es un padre que sostiene a los que van a caer y endereza a los que han caído en el polvo de la humillación.... Él ofrece, como padre atento, la comida que necesitan para vivir ". El orante expresa después la profesión de fe en las dos cualidades divinas por excelencia: la justicia y la santidad, y describe con varias expresiones los beneficiados, delineando así el perfil del verdadero creyente. " Éste «invoca» al Señor en la oración confiada, lo busca en la vida «sinceramente», teme a su Dios, respetando su voluntad y obedeciendo a su palabra, pero sobre todo le «ama», confiado en que será acogido bajo el manto de su protección y de su intimidad".
El Salmista concluye con las mismas expresiones con que abrió su himno: "una invitación a alabar y a bendecir al Señor y su 'nombre' es decir, la persona viviente y santa que actúa y salva en el mundo y en la historia". Se invita a todas las criaturas a asociarse a la alabanza orante del fiel en una "celebración comunitaria del amor universal de Dios, fuente de paz, alegría y salvación."
Durante los saludos en las diversas lenguas, el Santo Padre ha tenido un recuerdo particular de don Andrea Santoro, asesinado el 5 de febrero. Estas son las palabras del Papa: "No podemos no recordar hoy a don Andrea Santoro, sacerdote Fidei donum de la diócesis de Roma, asesinado en Turquía el pasado domingo, cuando se encontraba en iglesia recogida en oración. Precisamente en estos días me ha llegado una de sus bellas carta, escrita el 31 de enero pasado junto a la pequeña comunidad cristiana de la parroquia Sancta Maria en Trebisonda. Es un testimonio conmovedor de amor y adhesión a Cristo y a su Iglesia. Que el Señor acoja el alma de este silencioso y valiente siervo del Evangelio y haga que el sacrificio de su vida contribuya a la causa del diálogo entre las religiones y de la paz entre los pueblos." (S.L) (Agencia Fides 8/2/2006, Líneas: 32 Palabras: 495)
