VATICANO - Benedicto XVI subraya en el ángelus "la importancia de la vida consagrada como expresión y escuela de caridad" y, en la Jornada Mundial de los enfermos de lepra, anima a "los misioneros, agentes sanitarios y voluntarios comprometidos en esta frontera de servicio al hombre"

lunes, 30 enero 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La importancia de la vida consagrada como "expresión y escuela de caridad" ha sido el tema principal del discurso del Santo Padre Benedicto XVI antes de la oración del ángelus, el domingo 29 de enero. "En la encíclica publicada el miércoles pasado, reafirmando el primado de la caridad en la vida del cristiano y de la Iglesia, he querido recordar que los testigos privilegiados de este primado son los santos, que han hecho de su existencia, con mil tonalidades, un himno a Dios Amor" ha dicho el Papa, y en particular, ha citado los Santos que la liturgia nos hace conmemorar en estos días: el apóstol Pablo con los discípulos Timoteo y Tito, Santa Angela Merici, Santo Tomás de Aquino, San Juan Bosco.
Se trata de santos muy distintos entre ellos, por el período histórico en el que vivieron y por las obras que realizaron pero, como ha recordado Benedicto XVI, "toda la historia de la Iglesia es historia de santidad, animada por el único Amor que tiene su manantial en Dios. De hecho, sólo la caridad sobrenatural, como la que mana siempre nuevamente del corazón de Cristo, puede explicar el prodigioso florecimiento, a través de los siglos, de órdenes, institutos religiosos masculinos y femeninos y de otras formas de vida consagrad". El Santo Padre ha evidenciado después "la importancia de la vida consagrada como expresión y escuela de caridad" y ha recordado que el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor al Templo, la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada, invitando a los consagrados y consagradas que viven en Roma a participar en la celebración en la Basílica Vaticana: "Juntos daremos las gracias a Dios por el don de la vida consagrada y rezaremos para que siga siendo en el mundo signo elocuente de su amor misericordioso”.
Después de la oración del ángelus, el Santo Padre ha recordado la celebración de la Jornada mundial de los enfermos de lepra con estas palabras: "Deseo dirigir un saludo especial a cuantos sufren esta enfermedad, y aliento a los misioneros, a los agentes sanitarios, y a los voluntarios comprometidos en esta frontera de servicio al hombre. La lepra es síntoma de un mal más grave y amplio, la miseria. Por este motivo, como lo hacían mis predecesores, renuevo el llamamiento a los responsables de las naciones para que se esfuercen conjuntamente por superar los graves desequilibrios que todavía penalizan a buena parte de la humanidad".
En el saludo a los peregrinos polacos, Benedicto XVI ha recordado el trágico accidente ocurrido en Katowice, en el que han perdido la vida numerosas personas: "Confío a la misericordia de Dios a cuantos han fallecido, me uno espiritualmente a sus familiares y a cuantos han quedado heridos. A todos les imparto mi cordial bendición". Por último, ha saludado a los niños de la Acción Católica de Roma, que como cada año concluyen en la Plaza de San Pedro el "Mes de la Paz”. " Sé que os habéis propuesto «entrenaros en la paz» guiados por el gran «entrenador», que es Jesús. Por este motivo os confío a vosotros, muchachos de la Acción Católica, la tarea que he propuesto a todos en el mensaje del 1 de enero: aprended a decir y hacer siempre la verdad, de este modo os convertiréis en constructores de paz". Después, dos representantes de los niños que estaban en la ventana junto al Santo Padre, liberaron dos palomas, símbolo de la paz. (S.L) (Agencia Fides 30/1/2006 - Líneas: 42 Palabras: 626)


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