Febrero del 2006: "Para que en las Misiones, los laicos capten la necesidad de servir a su país con mayor dedicación también en la vida política y social" Comentario a la intención Misionera indicada por el Santo Padre realizada por Su Exc. Mons. Nicholas Cheong Jinsuk, Arzobispo de Seúl (Corea)

viernes, 27 enero 2006

Seúl (Agencia Fides) - La Iglesia en los territorios de misión se encuentra ante un doble desafío: por un lado, anunciar el Evangelio a más de dos tercios de los seis mil millones de personas que forman la población mundial, que viven sin haber conocido o reconocido a Jesucristo, y por otro, transformar el orden de las cosas temporales a través de los valores del Evangelio. Tal transformación constituye "una forma peculiar de evangelización" (Evangelii Nuntiandi 69), que abre el camino al desarrollo integral humano y al primer anuncio del Evangelio.
En los territorios de misión esta actividad evangelizadora es aun más urgente. La vida humana en estos lugares ha estado cada vez más amenazada por una humillante pobreza, una trágica mala administración de los pocos recursos disponibles, una inestabilidad política y la desorientación social. ¿Cómo se puede proclamar el nuevo mandamiento del amor en esos territorios ilimitados sin promover, en la justicia y en la paz, el auténtico, auténtico progreso del hombre?
Es inútil decir que los laicos deberían revestir un papel esencial e insustituible en la actividad evangelizadora. En un mundo controlado por naciones ricas y potentes, como ocurre en nuestros días, los fieles laicos de estas naciones deberían participar también en la actividad de evangelización. Es en este campo al que son llamados por Dios los fieles laicos para vivir el Evangelio y santificarse en el servicio a la persona humana y a la sociedad, en comunión con todo el Pueblo de Dios. De este modo, sus obras temporales dan claramente testimonio de Cristo y promueven la salvación del hombre y de la mujer, haciendo así un servicio fundamental a su nación.
Por desgracia, sin embargo, parece que la animación cristiana de las realidades temporales no haya sido un empeño primario para los fieles laicos en buena parte de las tierras de misión. La mayoría tienden a huir de la vocación en el mundo y de la vida socio-política cultural, por miedo a contaminarse por la corrupción de los asuntos del mundo, mientras que la mayor parte de los que participan en la misma apenas recuerdan su identidad cristiana. Se verifica por tanto, un nuevo tipo de huida del mundo, es decir, la tentación de limitar la labor de los laicos dentro de la Iglesia. En efecto, mientras se ha verificado un crecimiento notable en el compromiso de los laicos católicos en la misión dentro de la Iglesia, es, sin embargo, menos notable su compromiso en la misión fuera de la Iglesia. Tienden a pensar que su falta de asunción de responsabilidades en el mundo puede estar justificada con su labor en la vida interior de la Iglesia.
Desde el momento que los políticos desempeñan un papel determinante en la renovación del orden temporal, es necesario animar y apoyar a todos los que se demuestren idóneos o puedan comenzar a prepararse en el "tan difícil, pero a la vez tan noble” arte de la política (Gaudium et Spes, 75), y tratar de practicar este arte con integridad y sabiduría: “conságrese con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio a todos”. (ib.). Uno de los desafíos con los que se encuentra la Iglesia hoy, es de ayudar a los políticos católicos "a tomar conciencia de su identidad cristiana y de los valores morales universales que se basan en la naturaleza del hombre, para comprometerse así, según una recta conciencia, a infundirlos en los ordenamientos civiles, con vista a la edificación de una convivencia respetuosa del hombre en todas sus dimensiones”. (Benedicto XVI, discurso a los Obispos polacos, 17 de diciembre del 2006).
Se debe poner pues gran atención a la formación sobre la Doctrina Social de la Iglesia, no sólo para poner en guardia a los fieles comprometidos en el ámbito socio-político respecto a sus tareas, sino también para darles orientaciones concretas para una acción que tienda a renovar el orden temporal. Es esencial que tengan un firme punto de referencia de esta enseñanza y la hagan parte integrante de su misión evangelizadora. Es necesario formar adecuadamente en esta materia a laicos, hombres y mujeres, con responsabilidad en la vida pública, de modo que ellos puedan inspirar y vivificar la sociedad secular y sus estructuras con el "Evangelio de la Paz” inspirando una "civilización de la paz” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada mundial de la Paz, 1 de enero de 2006) en los territorios de misión y en el mundo entero, siempre en estrecha cooperación con todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Necesitamos despertar un laicado, que durante mucho tiempo ha estado como dormido, y formarlo adecuadamente “como evangelizadores capaces de afrontar los desafíos del mundo contemporáneo, no sólo con la sabiduría y la eficiencia del mundo, sino también con un corazón renovado y fortalecido por la verdad de Cristo " (Ecclesia in Asia 45). Cuantos más laicos inspirados en los valores evangélicos trabajen en la animación cristiana de las realidades temporales, más estas realidades estarán al servicio del Reino de Dios y por lo tanto de la salvación en Jesucristo, produciendo beneficios para todos. "Por medio de ellos la Iglesia de Cristo está presente en los más variados sectores del mundo, como signo y fuente de esperanza y de amor". (Christifideles laici 7). (+ Nicholas Cheong Jinsuk) (Agencia Fides 27/1/2006; Líneas: 62 Palabras: 928)


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