VATICANO - La catequesis del Santo Padre Benedicto XVI sobre la segunda parte del Salmo 143: feliz el pueblo “cuyo Dios es el Dios", "un pueblo que no renuncia a su fe y a sus valores espirituales y morales"

miércoles, 25 enero 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Benedicto XVI se ha reunido esta mañana en el aula Pablo VI, con los fieles y peregrinos en la usual Audiencia General del miércoles. En la catequesis en lengua italiana, el Papa ha retomado el comentario del Salmo 143 (Oración del Rey - Vísperas del jueves de la IV Semana; Lectura: Sal 143,9-10.12.14-15) centrándose en la segunda parte (versículos 9-15). Entra en escena "la figura del "Ungido", es decir, el "Consagrado" por excelencia, Jesús, que atrae todos hacia si para hacer de todas "una cosa sola" (cfr Jn 17,11.21). No es casualidad el que el escenario que dominará en el canto se caracterice por la prosperidad y la paz, símbolos típicos de la era mesiánica.
Al final de la historia " finalmente callará la voz del mal descrita por el salmista con la «falsedad» y la «mentira», expresiones que indican la idolatría … Pero a este aspecto negativo le sigue, con un espacio mucho mayor, la dimensión positiva, la del nuevo mundo gozoso que está a punto de afirmarse. En el nuevo mundo de la "paz mesiánica”, son propuestos por el salmista una serie de cuadros de vida social que también pueden convertirse para nosotros en un auspicio para el nacimiento de una sociedad más justa": ante todo la familia, después la vida económica, el campo con sus frutos, los rebaños que pastorean, los animales de trabajo, después la ciudad y toda la comunidad civil "que por fin goza del don precioso de la paz y de la quietud pública”.
Este mundo, así diferente de la realidad pero posible, “es confiado a la obra del Mesías, así como a la de su pueblo" ha dicho el Santo Padre. "Todos juntos podemos actuar este proyecto de armonía y de paz, impidiendo la acción destructora del odio, de la violencia, de la guerra. Es necesario, sin embargo, ponerse del lado del Dios del amor y de la justicia. Por este motivo el Salmo concluye con las palabras: «¡Feliz el pueblo a quien así sucede feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!», un pueblo que no renuncia a su fe y a sus valores espirituales y morales". (S.L) (Agencia Fides 25/1/2006, Líneas: 26 Palabras: 402)


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