VATICANO - Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol: hoy la misión llama por todas partes.

sábado, 24 abril 2021 vocaciones   obras misionales pontificias   seminarios  

VATICANO - Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol: hoy la misión llama a todas partes.
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se ha convertido en un evento tradicional en la Iglesia, fue instituida por el Papa Pablo VI y celebrada oficialmente por primera vez el domingo 12 de abril de 1964. Para resaltar el verdadero significado de esta Jornada y su vínculo con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol (POSPA), la Agencia Fides ha realizado algunas preguntas al P. Guy Bognon, PSS, Secretario General de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol (POSPA), una de las cuatro Obras Misionales Pontificias.

¿Cuáles son los motivos de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones?

Hoy en día se tiende a considerar la palabra “vocación” en su sentido general de inclinación particular por un determinado tipo de vida, un tipo de actividad, y en consecuencia a extender esta Jornada de Oración a todo tipo de estados de vida. Para hacerse una idea más clara, hay que remontarse al origen de esta iniciativa, que tiene sus raíces en un objetivo preciso definido por el propio Papa Pablo VI. No se trataba de rezar por cualquier tipo de actividad o estado de vida. No se trataba, por ejemplo, de organizar una jornada de oración para pedir muchas personas que opten por la vida matrimonial para ser esposas y esposos, madres y padres en el mundo, porque no había escasez en este ámbito. El objetivo de esta Jornada era, y sigue siendo, sobre todo el de rezar para que haya muchas personas, especialmente jóvenes, que decidan comprometerse con la vida sacerdotal y religiosa para anunciar a Cristo al mundo durante toda su vida.
El primer mensaje del Papa para la primera Jornada de Oración por las Vocaciones, el sábado 11 de abril de 1964, comenzaba con estas palabras, que se hacen eco de la invitación de Cristo: “Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros para su Iglesia” (cf. Mt. 9,38). Y la siguiente frase explica el motivo de esta exhortación: “Al contemplar la ilimitada extensión de verdes campos espirituales, que en todo el mundo esperan manos sacerdotales, brota de nuestras almas una sentida llamada al Señor, de acuerdo con la invitación de Cristo”.
Esta invitación del Papa, que retoma las mismas palabras de Cristo, surge, pues, del triste hecho de que faltan pastores y almas dedicadas total y enérgicamente a las múltiples necesidades pastorales en el campo de la misión evangelizadora. Por eso, en este primer mensaje la Jornada se denominó “Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas”. Ante esta escasez, la Iglesia invita a todos a dirigirse a Dios, el Señor de la mies, para que despierte en muchos la buena voluntad de dedicarse en cuerpo y alma al servicio de los hermanos.
Esta llamada a la oración se dirige a todos los miembros del Pueblo de Dios, y la oración que hay que hacer es en favor de todos los miembros del Pueblo de Dios, para que cada uno, a su nivel y según su situación, contribuya al florecimiento y desarrollo de las vocaciones sacerdotales y religiosas.
La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que se ocupa de la formación del clero local mediante el apoyo a los seminarios diocesanos e interdiocesanos y a las casas de formación religiosa en los territorios de misión, constata cada año el aumento del número de seminaristas y novicios que eligen la vida sacerdotal y religiosa. Considerando, por ejemplo, los datos del curso 2018-2019 (737 seminarios para 76.759 seminaristas) y los del curso 2019-2020 (781 seminarios para 79.380 seminaristas), vemos un aumento de 44 seminarios y 2.621 seminaristas.

¿Cuáles son las razones, al menos aparentes, del aumento de las vocaciones sacerdotales en los territorios de misión?

En general, y desde el punto de vista de la fe, podemos afirmar que el aumento del número de vocaciones sacerdotales y religiosas es un signo palpable de que el Señor está respondiendo a las oraciones de su pueblo que clama a Él por sus necesidades, y al mismo tiempo está asumiendo su parte de responsabilidad. Como bien dice el Santo Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis (2), “el don de Dios no destruye la libertad humana, sino que la suscita, la desarrolla y la exige”. Además, en la Iglesia, “la confianza total en la fidelidad incondicional de Dios a su promesa va acompañada de la grave responsabilidad de cooperar en la acción de Dios que llama, para ayudar a crear y mantener las condiciones en las que el buen grano, sembrado por Dios, pueda arraigar y dar abundante fruto”.
Estas condiciones, hasta cierto punto, constituyen probablemente el terreno fértil del que surgen las vocaciones sacerdotales y religiosas en ciertos países donde la lógica humana menos se lo espera. Según el testimonio de los formadores de las casas de formación, los lugares de origen de los jóvenes que llegan a los seminarios suelen ser rurales o modestos, familias sencillas de situación material humilde. Algunos de estos jóvenes experimentan la pobreza, se hacen sensibles a los sufrimientos de los indigentes, los enfermos, los sin voz, los abandonados, los humillados, y sienten en lo más profundo de su ser la llamada a consagrar totalmente su vida al servicio de estas personas. Habiendo experimentado el dolor de las situaciones difíciles, han adquirido la capacidad de silencio, reflexión, cultura personal, vida espiritual y oración. Están más dispuestos a escuchar la discreta y delicada llamada de Dios que pide su disponibilidad.
Los lugares donde abundan las vocaciones son lugares donde se vive la fe con fervor. Para tener sacerdotes o personas consagradas, se necesitan primero cristianos. Muchas vocaciones son fruto de la vitalidad de la fe vivida con alegría, sin complejos, sin vergüenza; con la práctica regular y alegre de los sacramentos, según las reglas de la Iglesia.
Las vocaciones surgen de ambientes en los que se cree en la Iglesia católica y en sus enseñanzas sin tratar de tomar sólo lo que nos gusta, lo que nos apacigua, rechazando con facilidad y sin escrúpulos lo que consideramos difícil, duro o anticuado. Son lugares donde los agentes de pastoral, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas dialogan fácilmente con los jóvenes, a través de proyectos pastorales multifacéticos y de una cuidadosa enseñanza catequética; lugares donde los jóvenes tienen la certeza de que una experiencia en la Iglesia no limita su libertad, sino que la enriquece y les ayuda a realizarla más plenamente.
Se trata de parroquias o diócesis en las que la pastoral vocacional, sin demasiadas complicaciones intelectuales y abstractas, se estructura y organiza en la sencillez de las realidades locales, para acompañar asiduamente a los jóvenes en la búsqueda de la voluntad de Dios para sus vidas, con rigor y amor. Esto demuestra que, incluso en estos países de misión donde las vocaciones son generalmente numerosas, se nota su disminución o incluso su inexistencia en las parroquias donde los párrocos se preocupan poco por los jóvenes y tienen dificultades para establecer una buena pastoral vocacional.
Por último, cabe señalar que los lugares donde crecen claramente las vocaciones sacerdotales y religiosas son los territorios y las diócesis donde todavía están presentes los seminarios menores, cuya finalidad es “ayudar a la maduración humana y cristiana de los adolescentes en los que se manifiestan los primeros signos de la vocación al sacerdocio ministerial, para que crezcan en una libertad interior propia de su edad, que les permita corresponder al proyecto de Dios sobre sus vidas”. (RF n.18). Según los testimonios de los rectores, los seminarios menores constituyen la principal fuente de ingreso de candidatos en los seminarios preparatorios y en los seminarios mayores, así como en las casas de formación religiosa. Ante este aumento de las vocaciones, que genera la necesidad de crear nuevos seminarios, la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol se siente aún más directamente implicada en su papel y busca siempre formas y medios para contribuir a la formación de estos jóvenes que sienten una llamada especial a la vida consagrada.

¿Qué papel desempeña hoy la POSPA en el campo de las vocaciones?

Como hemos señalado, las vocaciones sacerdotales proceden en gran medida de entornos económicamente modestos, de familias que no pueden hacer frente a todos los gastos que exige la larga y exigente formación al sacerdocio. Pero la formación de un joven que siente la llamada divina no es sólo asunto de su familia, y ni siquiera sólo de su parroquia de origen, es asunto de toda la Iglesia universal. Por eso, los seminarios y las casas de formación religiosa necesitan la colaboración generosa de todos los fieles para dar a los candidatos la formación adecuada que les permita ser pastores y misioneros para la Iglesia.
Por esta razón, cuando se trata de ayudar a los seminarios, el papel central de la POSPA sigue siendo relevante e ineludible. Hoy, sin la contribución de POSPA, que se sirve de las colectas puestas a su disposición por las Direcciones Nacionales de las Obras Misionales Pontificias de todo el mundo, muchos seminarios se verían obligados a cerrar, la creación de nuevos seminarios, que se necesitan con urgencia, sería difícil o incluso imposible, y muchos jóvenes capaces de convertirse en buenos sacerdotes se verían obligados a tomar otro camino para sus vidas.
Teniendo en cuenta los datos más recientes, para el curso 2019-2020, el POSPA ha enviado subsidios y becas ordinarias a:
- 439 Seminarios Menores, con un número total de 50.239 Seminaristas Menores, de los cuales el 75% estaban en África, el 20% en Asia, el 3% en América y el 2% en Oceanía, por un importe total de 3.584.850 USD.
- 120 Seminarios Propedéuticos con un número total de 6.003 Seminaristas, de los cuales el 88% en África, el 12% en Asia, el 1% en América, por un importe total de 1.634.838,00 USD.
- 222 Seminarios Mayores con un total de 23.138 Seminaristas Mayores, de los cuales el 68% en África, el 28% en Asia, el 3% en América y el 1% en Oceanía, por un valor total de 11.249.091,60 USD.
El total asciende a 781 seminarios con un total de 79.380 seminaristas, con un subsidio ordinario total de 16.468.779,60 USD.
Además de los subsidios ordinarios que sirven para el funcionamiento diario de los Seminarios, existen también los “subsidios extraordinarios” que se refieren a grandes construcciones o a importantes realizaciones materiales necesarias para la vida del Seminario. Por último, teniendo en cuenta el nivel que requiere la formación de los candidatos, se desea y se apoya la realización de sesiones de formación permanente, en varios países, para los formadores de los Seminarios.
La Obra de San Pedro Apóstol, además de los Seminarios en los que se forman los sacerdotes diocesanos, se ocupa también de los Novicios de las Congregaciones en los territorios de misión, enviando cada año una modesta contribución como subvención ordinaria a los Noviciados de las Congregaciones Religiosas, de derecho diocesano y pontificio. Según las cifras más recientes, hay 1.200 noviciados con un número total de 7.845 novicios, de los cuales 2.801 son chicos y 5.044 chicas. Las vocaciones religiosas también son numerosas y se multiplican especialmente en África y Asia.
A pesar del fuerte aumento de la curva de las vocaciones en los territorios de misión, la cosecha sigue creciendo y la necesidad de trabajadores se hace sentir siempre, sobre todo si se piensa en las Iglesias que más los necesitan en este momento, cuando la misión llama por todas partes. Por vocación, cada Iglesia local está llamada a reflejar y compartir las necesidades de la Iglesia universal y, por tanto, de todas las demás Iglesias, a través de la oración y del compartir. Cualquiera que sea la necesidad o la urgencia de la misión en su propio territorio, cada Iglesia debe ser capaz de interesarse por lo que viven las demás Iglesias y de compartir con ellas sus recursos, para extender el Cuerpo de Cristo hasta los confines de la tierra y hasta el final de los tiempos. Nunca rezaremos lo suficiente por las vocaciones sacerdotales y religiosas, y las Jornadas Mundiales por esta intención serán siempre esperadas y celebradas con fervor para la gloria de Dios y la Salvación del mundo.
(SL) (Agencia Fides 24/4/2021)


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