ASIA/PAKISTÁN - El cardenal Coutts por sus 50 años de sacerdocio: “Dios me ayuda a testimoniar y anunciar el Evangelio en Pakistán”

sábado, 9 enero 2021 iglesias locales   diálogo   cardenales   sacerdotes   jubileo   cristianismo   islam  

Karachi (Agencia Fides) - Cincuenta años de sacerdocio en nombre de la Armonía, que es su lema episcopal: así cuenta el cardenal Joseph Coutts, arzobispo de Karachi, en una entrevista con la Agencia Fides su medio siglo de servicio apostólico con motivo del Jubileo de Oro de su ordenación sacerdotal, que hoy celebra con una solemne misa de acción de gracias en la catedral católica de Karachi.
Joseph Coutts nació el 21 de julio de 1945 en Amritsar, y fue ordenado sacerdote el 9 de enero de 1971 por el obispo Felicissimus Raeymackers OFM Cap, entonces obispo de Lahore. Después de estudiar en Roma de 1973 a 1976, de regreso a Pakistán fue profesor de filosofía y sociología en el seminario Cristo Rey de Karachi y de 1986 a 1988 fue también rector del seminario menor de Santa María en Lahore. Nombrado obispo de Hyderabad desde 1988 a 1998, luego fue obispo de Faisalabad de 1998 al 2012. También fue llamado como arzobispo para dirigir la Arquidiócesis de Karachi el 25 de enero de 2012 y elevado al rango de cardenal por el Papa Francisco el 28 de junio de 2018. La Universidad Católica de Eichstatt-Ingolstadt en Alemania le otorgó el “Premio Shalom” en 2007 por su compromiso con el diálogo interreligioso en Pakistán.
A continuación, la entrevista con la Agencia Fides:

Eminencia, ¿cómo se siente por sus 50 años de sacerdocio?

“Doy gracias a Dios por esta vocación sacerdotal que cumple cincuenta años el 9 de enero. Ha sido un viaje maravilloso, lleno de alegría y desafíos. Trabajar con las comunidades parroquiales, servir y enseñar en seminarios, liderar las misiones para el desarrollo humano y los servicios sociales de la Iglesia, primero como Vicario General y luego como Obispo, Arzobispo y Cardenal es un trabajo que tiene muchos momentos hermosos y agotadores. Pero veo que Dios ha sido bueno conmigo y me ha ayudado a seguir dando testimonio de Él y a anunciarlo, con paciencia y mansedumbre, en medio de alegrías y dificultades”.

¿Puede recorrer con nosotros su vida como sacerdote y luego como obispo en este medio siglo en Pakistán?

“Pakistán es un país grande que ocupa un área de 796,095 kilómetros cuadrados. El Señor me llamó a servirle en cinco diócesis católicas de Pakistán, incluido el Vicariato Apostólico de Quetta, que antes formaba parte de la diócesis católica de Hyderabad. Durante mis 10 años como obispo en la diócesis católica de Hyderabad, que se extendía entre las dos provincias de Pakistán, Sindh y Baluchistán, la mayor parte del tiempo viajaba en jeans y ropa para correr porque el área era tan extensa que tenía que recorrer hasta 700 kilómetros para visitar las comunidades católicas. Viajaba por la zona desértica de Sindh que limita con la India y también en la zona montañosa de Baluchistán que limita con Afganistán. Debido a las largas distancias y las diferencias de cultura, idiomas, costumbres, estilo de vida y clima, me puse a trabajar para la creación de una nueva unidad eclesiástica en Quetta, que fue aprobada por la Santa Sede en noviembre de 2001”.

¿Puede contarnos algunos aspectos o episodios particulares de su misión?

“Viajaba entre las dos provincias en autobús de transporte público, porque el viaje en tren era demasiado largo y todavía no hay servicios aéreos entre Hyderabad y Quetta, mientras que conducir en automóvil era muy arriesgado en rutas largas. Era una forma para poder estar junto a la gente común. Una vez incluso participé en canciones y videos que indios y pakistaníes hacían en los autobuses para el entretenimiento de los pasajeros. Me alegró mucho la creación de la nueva unidad eclesiástica en la provincia de Baluchistán, en Quetta: trabajé allí con 8 sacerdotes, también ordené al primer sacerdote católico e invité a los misioneros salesianos que aún están presentes en la zona”.

¿Cómo ha continuado su historia de servicio apostólico?

“En 1998, tras la muerte del obispo de Faisalabad en trágicas circunstancias, me trasladaron a Faisalabad, a mil kilómetros de Hyderabad, para trabajar en una situación que era muy difícil en esa diócesis. Cuando llegué a la residencia del obispo, me sorprendió ver que los relojes de pared de la casa y de la oficina estaban todos parados. Parecía una señal: teníamos que empezar de nuevo. Comencé mi misión allí instalando pilas nuevas en esos relojes. En ese momento, el extremismo islámico estaba aumentando en Pakistán, la guerra en Afganistán estaba en marcha, luego ocurrió el ataque del 11 de septiembre a las torres gemelas en los EE. UU., el crecimiento de Al-Qaeda y la violencia de los talibanes era significativa. Muchas aldeas cristianas eran atacadas, al igual que las iglesias atacadas por extremistas musulmanes para vengarse de la guerra desatada por Estados Unidos, pensando que los cristianos en Pakistán éramos agentes de los estadounidenses o de sus partidarios: es una idea que siempre hemos rechazado, porque los cristianos en Pakistán somos ciudadanos plenamente paquistaníes”.

¿Cómo vivió los momentos de sufrimiento y violencia contra los cristianos?

“Recuerdo los graves ataques a la aldea cristiana de Gojra y los atentados suicidas con bombas en la iglesia de Todos los Santos en Peshawar. Comprendí la necesidad no solo de protegernos a nosotros mismos, a las minorías religiosas, sino de tender la mano y colaborar con los líderes musulmanes moderados que también sufrían este tipo de terrorismo y discriminación en las diversas comunidades islámicas. Pakistán es un país que tiene el 95 por ciento de la población de religión musulmana, por lo que los grupos radicales lo consideran un terreno fértil para el crecimiento de grupos extremistas y para la propagación de la violencia y el terrorismo; pero hay muchos religiosos musulmanes que se oponen a este programa de violencia, fanatismo y extremismo propagado en nombre del islam. Intentamos establecer una alianza con ellos en nombre de la dignidad humana y la paz”.

¿Cuál es su opinión sobre la situación de las minorías religiosas en Pakistán?

“Siempre he alentado a las minorías religiosas que viven en Pakistán a vivir como ciudadanos pakistaníes y reclamar sus derechos como ciudadanos iguales a los demás. No debemos hacer guetos, debemos mezclarnos con los demás. Veo con esperanza que muchas personas en la sociedad sienten lo mismo: estamos llamados a trabajar juntos para crear una sociedad armoniosa e igualitaria. Sigo en contacto con muchos amigos musulmanes, eruditos y líderes religiosos islámicos, en las diócesis donde he realizado mi servicio pastoral: trabajamos juntos por el bien de la humanidad y por promover la paz y la armonía”.

¿Cómo ve la misión y el crecimiento de la Iglesia en Pakistán durante los últimos 50 años?

“La Iglesia en Pakistán ha crecido rápidamente, ha aumentado el número de sacerdotes, religiosas y fieles. Hoy vemos que quedan muy pocos misioneros extranjeros en Pakistán, la mayor parte del trabajo misionero es confiado a misioneros nacidos en Pakistán. Cuando fui ordenado sacerdote, cuatro de seis obispos eran extranjeros, mientras que ahora los siete obispos son pakistaníes. Incluso muchas congregaciones religiosas masculinas y femeninas, a diferencia del pasado, ahora están dirigidas por sacerdotes y religiosas paquistaníes. En la Iglesia católica de Pakistán, en las dos últimas décadas, se han constituido varias comisiones que están apoyando activamente la labor apostólica proclamando la Buena Nueva”.

Usted eligió “Armonía” como lema episcopal: ¿por qué?

“Siempre he vivido mi misión como bautizado con la intención de construir, fortalecer y promover la armonía interreligiosa en Pakistán, según la palabra y la caridad del Evangelio. Elegí este lema porque en ese momento la violencia sectaria iba en aumento, la sociedad estaba polarizada por la división en grupos étnicos, y se sentía con fuerza la violencia y la discriminación causando gran preocupación. Debo decir que me ha resultado más fácil promover este mensaje de armonía en Karachi, una ciudad metropolitana. Hasta el día de hoy sigo y seguiré llegando y encontrando, en nombre de Cristo, a personas de otras religiones para establecer relaciones que generen unidad, paz y armonía.
(AG-PA) (Agencia Fides 9/1/2020)

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