AMERICA/GUATEMALA - "Que la llegada del Dios-hecho-hombre nos impulse a ser signos y agentes de comunión entre todos. Que seamos más evangelizadores y misioneros" exhorta el Card. Rodolfo Quezada Toruño, Presidente de la Conferencia Episcopal Guatemalteca

miércoles, 14 diciembre 2005

Ciudad del Guatemala (Agencia Fides) - Celebrar el Adviento y la Navidad no debe ser motivo para olvidarse de los múltiples problemas y desafíos personales y sociales que debemos afrontar cada día, por el contrario, "hagamos un esfuerzo para dar a este tiempo litúrgico un carácter más contemplativo y espiritual". "Celebremos la Navidad acogiendo con más generosidades al Señor y al hermano. Que la llegada del Dios-hecho-hombre nos impulse a ser signos y agentes de comunión entre todos. Que seamos más evangelizadores y misioneros" afirma Su Em. el Card. Rodolfo Quezada Toruño, Arzobispo Metropolitano de Ciudad de Guatemala y Presidente de la Conferencia Episcopal guatemalteca (CEG), en su Carta Pastoral de Adviento y Navidad 2005.
El Purpurado subraya que celebrar el Adviento y la Navidad supone retomar el compromiso de hacer presente a Dios en el mundo, mediante una verdadera acción solidaria, realizada como personas y comunidades, en favor de los más necesitados. quitó, por un momento, el velo que cubre las muchas pobrezas y carencias que permanecen latentes en Guatemala: "que la llegada de las fiestas navideñas no signifique olvidarnos de los damnificados. Muy al contrario, que la conciencia de la venida de Cristo en la pobreza sea un motivo más para comprometernos a una vida de mayor entrega y servicio, de mayor solidaridad y disponibilidad hacia quien sufre”.
El Adviento es, en particular, tiempo de conversión. Por tanto, como cristianos, debemos seguir la senda de la conversión permanente, especialmente si se trata de edificar juntos una nación en la que todos gocen de los más elementales derechos humanos. Sin embargo - puntualiza el Card. Toruño - "parece que muchas veces celebramos la Navidad mientras aceptamos que persistan situaciones como las profundas diferencias sociales entre quienes nada tienen y quienes poseen bienes materiales en demasía, la violencia desmedida que enluta día a día nuestras familias o la pobreza deshumana en la que viven millares de personas en las áreas marginales de nuestra ciudad".
El Presidente de la Conferencia Episcopal expresa fuerte preocupación por los muchos peligros que se ciernen sobre Guatemala y sus habitantes, entre ellos, la ley sobre la salud reproductiva recientemente aprobada: "Como cristianos, no podemos dejar de manifestar nuestra inconformidad porque se violente, una vez más, la frágil conciencia de nuestros niños y jóvenes, con programas que desvirtúan el verdadero sentido de la sexualidad en la vida de la persona humana. Si bien es cierto que con buenas intenciones, quienes proponen esta ley se olvidan de que programas como los que se avalarían han dado en otros países muy pocos resultados en la prevención de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual, resultados que únicamente se conseguirían promoviendo la vivencia de la sexualidad únicamente en el matrimonio y con responsabilidad, respeto y fidelidad". Por lo tanto "es tarea de todo cristiano oponerse en conciencia a cualquier ley injusta que lesione la dignidad de la persona humana, así como recurrir a la objeción de conciencia". (RZ) (Agencia Fides 14/12/2005, Líneas: 38 Palabras: 526)


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