AFRICA/SUDAN - "Los pequeños sudaneses son un ejemplo de la solidaridad que construye la paz" dicen los misioneros Combonianos que recuerdan que si se quiere la paz hay que garantizar el desarrollo

martes, 13 diciembre 2005

Roma (Agencia Fides) - "Son los pequeños los que nos dan ejemplo de la solidaridad que construye la paz" dice el p. Piero Ferrari, misionero comboniano, a la vuelta del Darfur. "En los campos de refugiados he visto a niños de 5 años hacer cola para una taza de té con galletas y compartirla con sus hermanos pequeños, como si fuera la cosa más natural y simple del mundo. Estos pequeños nos enseñan a dar al otro para que éste pueda vivir. Es de ahí de donde nace la verdadera paz".
El P. Ferrari describe así lo que ha visto en la región sudanesa tan grande como toda Francia: "La situación del Darfur es un drama increíble: he recorrido decenas y decenas de kilómetros de desierto, no de ese natural, sino del provocado por el hombre. Aldeas enteras arrasadas, la población diseminada u obligada a huir. En el interior de Sudán hay muchos campos para refugiados, dónde la Iglesia católica es la única que puede entrar para asistir a estas personas. También aquí los verdaderamente grandes son los pobres, los sendillos, los humildes. Como las religiosas que asisten los niños en condiciones difíciles, sin estructuras adecuadas y con condiciones de seguridad precarias. Es allí donde entiendes lo que significa realmente la fe: ningún ser humano aceptaría, de forma racional, desafíos como estos si no estuviera animado por la fe, la esperanza y la caridad".
"A menudo me pregunto sobre el futuro de estos niños" dice el hermano Agostino, comboniano, que trabaja en la diócesis de El Obeid. "La guerra en efecto además de las fuertes destrucciones físicas ha dejado huellas indelebles en las personas" explica el misionero. "Familias enteras que están destrozadas tanto física como moralmente. Cuando varios núcleos familiares están compuestos sólo por mujeres y niños sin que haya al menos un hombre que lleve un sueldo a casa, se crean condiciones de dependencia total.
"Debemos en efecto, dar una esperanza a los refugiados que quieren volver aquí después de haber vivido años en el exilio. Pero, como es posible si continúan faltando de todo: no hay carreteras, ni puentes, ni escuelas, ni hospitales. Toda la Sudán se encuentra en estas condiciones. Sólo en la capital, Jartum, se trabaja con fuerza para la construcción de las infraestructuras. Allí todo es actividad, pero el resto del País está a la espera de que se decidan a comenzar los trabajos" dice el misionero.
"Si se quiere realmente la paz es necesario garantizar el desarrollo. Los jóvenes tienen derecho a un futuro. De otro modo corremos el riesgo de que estos busquen fortuna en el extranjero o bien permanezcan como refugiados toda su vida”.
"La Iglesia está haciendo su parte" subraya el hermano Agostino. “Acabamos de terminar la reconstrucción de 3 escuelas en la diócesis de El Obeid que fueron destruidas durante la guerra civil. Cada una de ellas acoge a 250 estudiantes. Además estamos proveyendo a la reconstrucción de otras escuelas en la región de los Montes Nuba donde los combates han sido particularmente feroces y no han dejado nada en pie. Además de las escuelas, estamos reconstruyendo ambulatorios y centros sanitarios."
"Ahora que ha terminado la guerra, el trabajo de los misioneros es un poco más fácil por el hecho de que se puede circular con más libertad. Podemos de este modo llegar hasta las aldeas que se habían quedado desde hacia años aisladas, para llevar el consuelo espiritual y material y darnos cuenta de las exigencias reales de las personas" afirma el hermano Agostino.
"Por Navidad, intentaremos llevar al mayor número de familias un poco de harina y de dátiles para que puedan celebrar la llegada del Señor. Aquí un poco de polenta, de leche, y de fruta seca hace felices a las personas" concluye el misionero. (L.M) (Agencia Fides 13/12/2005 Líneas: 48 Palabras: 660)


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