ASIA - Covid-19 y emergencia educativa: se necesita con urgencia la colaboración entre los gobiernos y el sector privado para apoyar a las familias

lunes, 7 septiembre 2020 derechos humanos   educación   coronavirus   política   sociedad civil   jóvenes  

Bangkok (Agencia Fides) - La pandemia Covid-19 ha tenido un fuerte impacto en los sistemas educativos a nivel mundial. Según UNICEF, los efectos de la pandemia han afectado a más de 1.500 millones de estudiantes en todo el mundo y 1.000 millones de ellos aún no han tenido la oportunidad de volver a las aulas. El cierre de escuelas ha tenido un impacto profundo en el aprendizaje de los niños y niñas de todo el mundo, y se estima que alrededor de 430 millones de niños, adolescentes y jóvenes en el sur de Asia no han tenido acceso a la educación a distancia. La emergencia educativa ha golpeado con más fuerza a los países más frágiles y a los grupos sociales más débiles y vulnerables. Una nota de la campaña “Danos hoy nuestro pan de cada día”, lanzada internacionalmente por la red FOCSIV (“Federación de organizaciones cristianas para el servicio voluntario internacional”) y Caritas italiana, señala que “en los países más pobres, las escuelas son uno de los pocos lugares de promoción y protección para los niños de familias frágiles y vulnerables. La escuela es de hecho el lugar donde al menos una vez al día todos los niños pueden tener una comida digna; y con el cierre de las escuelas, al menos 346 millones niños que han perdido esta oportunidad”.
El impacto del cierre de escuelas se ha sentido en muchas naciones asiáticas: con la pandemia, muchas instituciones de educación superior en la mayoría de los países asiáticos han pasado al aprendizaje en línea. Sin embargo, ha sido difícil continuar la educación para los estudiantes sin acceso a Internet y estas desigualdades digitales persisten en todos los países. Solo Singapur, Brunei y Malasia cuentan con más del 80% de la población con acceso a Internet en su vida social. En Indonesia, Tailandia y Camboya, menos del 60% de la población tiene acceso a Internet, mientras que solo alrededor del 40% tiene acceso a Internet en Myanmar y Vietnam.
La brecha digital se extiende mucho más allá del acceso a Internet y también afecta la confiabilidad, velocidad y accesibilidad de los dispositivos electrónicos que promueven el aprendizaje. Los más vulnerables a menudo se enfrentan a más de una desventaja, lo que ha amplificado el impacto de la pandemia. Algunas instituciones o gobiernos han introducido un sistema de préstamos para proporcionar a los estudiantes necesitados los dispositivos adecuados.
Otro aspecto fundamental - señala un estudio reciente del Banco Mundial - es cómo y si los sistemas, estudiantes y profesores están preparados para adaptarse al aprendizaje en línea. Algunas facultades y universidades ya poseían un recorrido de enseñanza "en línea" incluso antes de la pandemia. Por ejemplo, la Universidad Taylor en Malasia, institución cristiana, anunció que cada uno de sus cursos ya tenía su propio sitio virtual, lo que permitía la participación en línea para evaluaciones, tareas y apoyo entre estudiantes y profesores. Los países con una sólida infraestructura de Internet, como Corea del Sur, se han beneficiado significativamente en lo que respecta a la educación continua en línea. Las preocupaciones se han intensificado en países con menos infraestructura. En Indonesia, por ejemplo, los estudiantes han respondido de forma diferente ante la transición forzada a las clases en línea. Algunos encuentran que las clases en línea son menos efectivas y tienen dificultades para interactuar con profesores y compañeros. Esto no solo se debe a los problemas de acceso a Internet, sino también a que los estudiantes (y el personal docente) no están acostumbrados a estos entornos o carecen de las habilidades para hacer un uso óptimo de dichas plataformas. En una encuesta a 1.045 estudiantes de la "Universidad de Educación de Indonesia" en Bandung, el 48% de los estudiantes dijeron que necesitaban más tiempo para acostumbrarse al aprendizaje basado en Internet, a pesar de la disponibilidad de aplicaciones educativas.
Frente a estos desafíos, es necesaria la plena colaboración entre las instituciones y entre el sector privado. En muchas naciones asiáticas donde la Iglesia Católica y otras Iglesias cristianas están directamente involucradas en la labor educativa, gestionando escuelas de todo tipo y nivel, la atención se centra en el bienestar de los estudiantes y en el apoyo a medio y largo plazo al sistema escolar, que es fundamental para la sociedad. Algunas instituciones de Vietnam están proporcionando becas a estudiantes cuyas familias son las más afectadas por la pandemia. En Filipinas, las instituciones están considerando la posibilidad de reembolsar las tasas de matrícula universitaria a los estudiantes, y en Tailandia, 52 universidades se han comprometido a reducir la matrícula para aliviar la presión sobre los estudiantes. Estas iniciativas de apoyo a las familias y de intervenciones de las instituciones acciones que van en la dirección correcta y que, según las iglesias asiáticas, pueden reducir el impacto de la pandemia en las escuelas y, por tanto, en el futuro de los jóvenes.
(PA) (Agencia Fides 7/9/2020)


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