EUROPA/ESLOVAQUIA - HABLAN LOS TESTIGOS DE LA PERSECUCIÓN COMUNISTA - LA RADIO VATICANA FUE, DURANTE 40 AÑOS, UNO DE LOS CONTACTOS ESTRATÉGICOS CON EL MUNDO LIBRE Y CON LA IGLESIA UNIVERSAL

martes, 9 septiembre 2003

Bratislava (Agencia Fides) – Para hacernos una idea de lo que sucedió en Eslovaquia durante 40 años de persecución atea comunista, publicamos algunos testimonios, inéditos en parte, pertenecientes a la documentación recogida por el programa televisivo “Cristo en el frío del Este”, que narra los sufrimientos de la Iglesia en la Europa oriental, a través de la voz de quienes los vivieron.

“Los comunistas se dedicaron con ahínco a perseguir a la Iglesia- explica el padre Ignac Jurus. Destruyeron e impidieron todo, tanto la palabra escrita como la proclamada. La única fuente de noticias del mundo libre que quedaba eran las emisoras extranjeras: la voz de “América Europa Libre” y, en particular, de “Radio Vaticana”. Sólo gracias a ésta última podíamos tener alguna información del mundo y de la Iglesia. Para obstaculizar a estas emisoras, los comunistas se gastaron mucho dinero: todo lo que podía ser visto como una manifestación del creer, como la práctica de la fe, se obstaculizaba, se encubría y se atacaba”.
Sor Elena, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paoli, dice: “El segundo año del régimen comunista ya no pudimos vestirnos con el hábito religioso. Nos deportaron a Mocenok, a un campo desde el que nos llevaban a trabajar en las fábricas. Estábamos con otras muchachas que, como nosotras, tenían que ser “reeducadas”...eso es lo que decían. Creían que nosotras, al ser religiosas, no sabíamos trabajar, sólo rezar. Sin embargo cumplíamos con nuestro trabajo responsablemente. Fuimos concentradas en un sector para evitar que tuviéramos cualquier tipo de contacto con las demás chicas, a las que hubiéramos podido influenciar, durante 7 años”.
“Pertenecemos a la generación que ha vivido los tiempos de la persecución religiosa –dice Anna Kolek, de Nitra. La gente que creía sinceramente intentaba, por todos los medios, servir a la Iglesia subterránea, visto que, ya en los años setenta, había organizado su propia estructura clandestina. Todo ello sucedía bajo el patronado y con pleno conocimiento del actual Cardenal, que, en aquellos tiempos, era nuestro obispo clandestino, Giovanni Crisostomo Korez. El Padre Cardenal constituía, para nosotros, la autoridad y el signo de que todo lo que hacíamos y vivíamos estaba en contacto directo con la Iglesia católica. Luego llegó el 1989: finalmente la libertad tan deseada; llegó la libertad de ser, la libertad religiosa, la libertad de palabra. ¡Se volvía a “ser”...se volvía a vivir!”
“En 1950 los comunistas cerraron todos los conventos religiosos. Yo era novicio, así que, primero me mandaron a los trabajos forzados, a construir el dique de la juventud comunista, y luego, me metieron en la cárcel –recuerda el padre Matus Karen Vancek, de Pezinok-. ¡Tenía 22 años! Había muchos profesores encarcelados, entre ellos, el Obispo Korec. Sufríamos continuas violencias físicas...Cuando fui consagrado sacerdote clandestino, pude decirlo sólo a mi madre. En 1968 el pueblo chino pidió libertad y entonces fueron mandados los carros armados soviéticos: en aquella ocasión murieron y fueron perseguidos principalmente los jóvenes. Hasta que tuvo lugar la caída del comunismo, por las calles de Bratislava, siempre había, a mis espaldas, un miliciano comunista que me seguía y observaba con quién hablaba, porque los que hablaban con un sacerdote podían ser encarcelados; ésta era la democracia en la que vivíamos”.
(S.L.) (Agencia Fides 9/09/03)


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