VATICANO - La catequesis del Santo Padre Benedicto XVI en la audiencia general del 2 de noviembre: " Iluminados por la fe, contemplamos el enigma humano de la muerte con serenidad y esperanza... más que un final es un nuevo nacimiento"

jueves, 3 noviembre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Después de haber celebrado ayer la solemne fiesta de Todos los Santos del cielo, recordamos hoy a los fieles difuntos. La liturgia nos invita a rezar por nuestros seres queridos fallecidos, dirigiendo la mirada al misterio de la muerte, herencia común de todos los hombres. Iluminados por la fe, contemplamos el enigma humano de la muerte con serenidad y esperanza. Según la Escritura, de hecho, no es un final, sino más bien un nuevo nacimiento, el paso obligado por el que pueden alcanzar la vida en plenitud quienes conforman su existencia terrena según las indicaciones de la Palabra de Dios". Con esta reflexión el Santo Padre Benedicto XVI abrió su catequesis durante la audiencia general tenida en la plaza de San Pedro el miércoles 2 de noviembre, sobre el Salmo 111 ("Dichoso quien teme al Señor" - Segundas Vísperas del domingo de la IV Semana; lectura Sal 111,1-6). El Papa ha explicado que en esta composición se nos presenta la figura de los justos, " que temen al Señor, reconocen su trascendencia y adhieren con confianza y amor a su voluntad, en espera de encontrarse con Él después de la muerte". El Salmista recuerda que el temor consiste en ser dócil a los mandamientos de Dios: “declara dichoso a quien ama de corazón sus mandatos, encontrando en ellos alegría y paz. La docilidad a Dios es, por tanto, origen de esperanza y de armonía interior y exterior. La observancia de la ley moral es fuente de profunda paz de la conciencia”.
El Salmista quiere infundir confianza en aquellos que han elegido seguir el camino de una conducta moralmente irreprensible, contra toda alternativa de éxito ilusorio, alcanzado a través de la injusticia y la inmoralidad.. "El corazón de esta fidelidad a la Palabra divina consiste en una opción fundamental, es decir, la caridad por los pobres y necesitados": el fiel es generoso, no cae en la infamia de la usura, se pone de parte de los marginados, los sustenta con una extrema generosidad, completamente desinteresada. El Salmo presenta por último, en un único versículo, el perfil del hombre malvado, que "asiste al éxito del justo desazonándose a causa de la rabia y de la envidia". Al término de la catequesis el Santo Padre, invitando a poner la atención sobre el retrato del hombre fiel y caritativo, ha recordado un pasaje de Clemente de Alejandría sobre el amor desinteresado: "Por tanto, es bello lo que dice el apóstol: "Dios ama al que da con alegría" (2 Corintios 9, 7), al que disfruta dando y no siembra parcamente, para no cosechar del mismo modo, sino que comparte sin lamentarse, sin distinciones ni pesar, y esto es hacer el bien auténticamente". (S.L) (Agencia Fides 3/11/2005, Líneas: 32 Palabras: 494)


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