ASIA/IRAK - Religiosos y voluntarios cristianos servicio de todos: kurdos y refugiados, sin distinción de credo o grupo étnico

miércoles, 3 octubre 2018 derechos humanos   educación   desarrollo   iglesias locales  

Sulaymaniyah (Agencia Fides)- En Suleimaniya, en el Kurdistán iraquí, actualmente no hay tensiones, pero la situación de emergencia de prófugos y refugiados como consecuencia de la guerra contra Isis y la inestabilidad de Irak, no ha terminado. Este es el panorama dibujado, en una entrevista con Fides, por el padre Jens Petzold, religioso de Mar Musa (comunidad fundada por el padre jesuita Paolo Dall'Oglio, desaparecido en Siria), quien vive desde años en Kurdistán. “Durante tres años hemos hospedado en nuestra comunidad en Sulaimaniyah a los prófugos cristianos que han huido del avance de los milicianos del Estado Islámico. En el período más crítico, dormían, comían y vivían con nosotros 250 hombres, mujeres y niños. Una emergencia a la que pudimos responder gracias a la ayuda internacional y a nuestro compromiso personal. En septiembre los últimos refugiados dejaron nuestra comunidad y regresaron a sus casas. La mayoría de ellos provenían de Qaraqosh”.

Kurdistán ha acogido a 1,7 millones entre desplazados internos y refugiados. Sólo en la zona de Sulaymaniyah había 200.000, incluyendo 5 mil cristianos. “La emergencia no ha terminado. Muchos musulmanes sunitas no pueden y no quieren volver a su tierra natal por temor a las represalias chiítas. También tenemos numerosos refugiados sirios (kurdos en gran parte) que no tienen deseos de volver a su patria, por temor a la inseguridad y a la precariedad”, explica el sacerdote.

Frente a esta emergencia, el padre Jens y los voluntarios que se turnan para realizar diversos proyectos en la comunidad siguen comprometidos. Lo más importante es la escuela de idiomas (kurdo, Inglés y árabe) junto a las actividades teatrales. “Estamos pensando en crear una escuela popular. Y, junto con los cursos de idioma, introducir otras enseñanzas: historia, filosofía y literatura. Queremos ofrecer y ofrecemos estas actividades a todos: kurdos, prófugos y refugiados. No hacemos distinciones de religión u origen étnico”, amplió padre Jens, quien también trabaja con los voluntarios en Kanakawa, una aldea yazidí no muy lejana de Sulaymaniyah, donde ofrecen cursos de idiomas y de alfabetización.

“Atendemos a los jóvenes, porque si bien es cierto que la guerra terminó y que Kurdistán es estable (Sulaimaniya es ahora una ciudad tranquila), también es cierto que la economía flaquea. Debemos ayudar a los jóvenes a desarrollar habilidades útiles en el mundo del trabajo. El objetivo es crear una economía más estructurada y menos dependiente del Estado, para el cual trabaja la mayor parte de los empleados”, concluyó el sacerdote. (EC) (Agencia Fides 10/03/2018)


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