VATICANO - Catequesis del Santo Padre en la audiencia general sobre el Salmo 129: "Dios no es un soberano inexorable que condena lo culpable pero un padre amoroso, que debemos querer por miedo de un castigo no, pero por su bondad lista a perdonar."

miércoles, 19 octubre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Es uno de los Salmos más famosos y queridos por la tradición cristiana: el «De profundis», llamado así por la manera en que comienza en su versión latina. Junto al «Miserere», se ha convertido en uno de los salmos penitenciales preferidos de la devoción popular. Más allá de su aplicación fúnebre, el texto es ante todo un canto a la misericordia divina y a la reconciliación entre el pecador y el Señor, un Dios justo, pero que siempre está dispuesto a manifestarse como «misericordioso y clemente…” Con estas palabras ha introducido el Santo Padre Benedicto XVI esta mañana su catequesis durante la audiencia general, sobre el Salmo 129 (“Desde lo hondo a ti grito" - Primeras Vísperas del domingo de la IV Semana; Lectura: Sal 129, 1-6).
"El Salmo 129 se abre con una voz que surge de las profundidades del mal y de la culpa" y se desarrolla después en tres momentos dedicados al tema del pecado y el perdón, ha explicado el Santo Padre. "Es significativo el hecho de que lo que genera el temor, actitud de respeto mezclada de amor, no es el castigo, sino el perdón. Más que la cólera de Dios, debe provocar en nosotros un santo temor su magnanimidad generosa y desarmante. Dios, de hecho, no es un soberano inexorable que condena al culpable, sino un padre amoroso, a quien no tenemos que amar por el miedo de un castigo, sino por su bondad dispuesta a perdonar".
En el centro del segundo momento "florecen en el corazón del salmista arrepentido la espera, la esperanza, la certeza de que Dios pronunciará una palabra liberadora y cancelará el pecado". La tercera parte del Salmo se extiende a todo Israel: "La salvación personal, antes implorada por el orante, se extiende ahora a toda la comunidad. Desde lo hondo tenebroso del pecado, la súplica del De profundis se eleva hasta el horizonte de Dios, en el que domina ‘la misericordia y la redención’, dos grandes características del Dios del amor”.
El Pontífice ha concluido su catequesis citando dos pasajes de San Ambrosio, en los que se recuerdan los motivos que llevan a invocar de Dios el perdón. Después de la audiencia, el Santo Padre ha bendecido la estatua de Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, primera Santa de Ecuador, situada en el exterior de la Basílica Vaticana. (S.L) (Agencia Fides 19/10/2005, Líneas: 31 Palabras: 439)


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