VATICANO - LA CATEQUESIS DEL PAPA EN LA AUDIENCIA GENERAL: PIDAMOS A DIOS LOS DONES DE LA CONFIANZA, DE LA ESPERANZA Y DEL OPTIMISMO, SOBRE TODO EN ESTOS TIEMPOS EN LOS QUE RESULTA FÁCIL CAER EN LA TENTACIÓN DE LA DESCONFIANZA

jueves, 4 septiembre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Durante la Audiencia General de ayer miércoles, 3 de septiembre, que se celebró en la Sala Pablo VI, en el Vaticano, donde el Papa había llegado procedente de su residencia estival de Castel Gandolfo, Juan Pablo II prosiguió el ciclo de catequesis sobre los Salmos y Cánticos propuestos en la oración matinal de las Laudes, comentando el Salmo 91: “Alabanza al Señor creador”.
“El himno inicia con un amplio llamamiento a celebrar y alabar el Señor con el canto y con la música”, explicó el Santo Padre, que luego subrayó que el tema principal del Salmo era el del bien y el mal: “Tanto el uno como el otro son vigilados por Dios, justo y santo...al que no se le escapa nada del actuar humano. Se confrontan, así, de manera reiterada, dos comportamientos opuestos. La conducta del fiel se dedica a celebrar las obras divinas, a penetrar en la profundidad de los pensamientos del Señor, y, siguiendo este camino, su vida se irradia de luz y alegría. Por el contrario, el hombre perverso tiene los rasgos de su obtusidad, incapaz, como es, de entender el sentido oculto de las vicisitudes humanas. La momentánea fortuna lo hace insolente, pero, en realidad, íntimamente es frágil y, tras el éxito fugaz, va hacia la quiebra y la ruina.”
El contraste entre lo justo y lo malvado se encuentra de nuevo en Salmo cuando se dice “que el justo tiene la fuerza irresistible del búfalo y está listo para desafiar a las adversidades” puesto que sus raíces “ahondan en el mismo Dios, de quien recibe la linfa de la gracia divina. La vida del Señor lo alimenta y lo transforma, haciéndolo florecer lozano, es decir, capaz de dar a los demás y de testimoniar su propia fe”. El himno se concluye contemplando “los días de vejez de los justos”, que prevé igual de serenos, pues el Señor es fiel.
“El Salmo 91, pues, brota felicidad, confianza, optimismo –subrayó el Papa-: dones que debemos pedir a Dios, precisamente en nuestros tiempos, en los que se insinúa fácilmente la tentación de la desconfianza e, incluso, de la desesperación”.
(S.L.) (Agencia Fides 4/09/03 Líneas: 33; Palabras: 481)


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