VATICANO - El Papa al Angelus: "El presbítero debe ser ante todo adorador y contemplativo de la Eucaristía, a partir del momento mismo en que la celebra. La validez del Sacramento no depende de la santidad del celebrante pero su eficacia, para él mismo y para los otros, será mayor cuanto más lo viva él con fe profunda, amor ardiente, ferviente espíritu de oración"

lunes, 19 septiembre 2005

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - "Mientras el Año de la Eucaristía llega a su fin, quisiera retomar un tema particularmente importante, que era particularmente grato a mi venerado predecesor Juan Pablo II: la relación entre la santidad, camino y meta del camino de la Iglesia y de todo cristiano, y la Eucaristía. En particular, mi pensamiento se dirige hoy a los sacerdotes para subrayar que en la Eucaristía está precisamente el secreto de su santificación". Con estas palabras ha introducido el Santo Padre Benedicto XVI la oración del ángelus recitado desde el Palacio apostólico de Castel Gandolfo, el domingo 18 de septiembre.
Deteniéndose en la relación entre el sacerdote y la Eucaristía, el Papa ha dicho: "En virtud de la sagrada ordenación, el sacerdote recibe el don y el compromiso de repetir sacramentalmente los gestos y las palabras con las que Jesús, en la Última Cena, instituyó el memorial de su Pascua. Entre sus manos se renueva este gran milagro de amor, del que está llamado a convertirse en testigo y anunciador cada vez más fiel. Por este motivo el presbítero debe ser ante todo adorador y contemplativo de la Eucaristía a partir del momento mismo en que la celebra. Sabemos bien que la validez del sacramento no depende de la santidad del celebrante, pero su eficacia para él mismo y para los demás será mayor cuanto más lo viva él con fe profunda, amor ardiente, ferviente espíritu de oración".
El ha citado después algunos ejemplos de Santos "que han sacado la fuerza para imitar a Cristo de la cotidiana intimidad con él en la celebración y en la adoración eucarística": San Juan Crisóstomo, llamado también "doctor eucarístico" por la amplitud y profundidad de su doctrina sobre el Santísimo Sacramento; San Pio de Pietrelcina, que celebrando la santa Misa "revivía con tal fervor el misterio del Calvario que edificaba la fe y la devoción de todos"; San Juan Maria Vianney, cura de Ars, "logró hacer de aquel pequeño pueblo un modelo de comunidad cristiana animada por la Palabra de Dios y por los sacramentos". Por último Benedicto XVI ha invocado la particular intercesión de la Virgen Maria para los sacerdotes del mundo entero: "para que saquen de este Año de la Eucaristía el fruto de un renovado amor al sacramento que celebran... y puedan vivir y testimoniar siempre el misterio que es puesto en sus manos para la salvación del mundo". (S.L) (Agencia Fides 19/9/2005; Líneas: 32 Palabras: 465)


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