Asís (Agencia Fides) – Los Centros Misioneros Diocesanos se conviertan en “equipos fraternos” de personas capaces de transmitir concretamente a las parroquias la dimensión misionera de la Iglesia; las Comunidades Parroquiales se esfuercen en individuar modos y lenguajes idóneos para hacer llegar el mensaje de esperanza y de salvación a toda la gente del propio territorio; los caminos de nueva evangelización exigen también nuevos ministerios misioneros, como el de la acogida, el de la visitación, el de la solución de los conflictos, el de consolar a quien está afligido por las más diferentes dificultades existenciales...Éstas, algunas de las proposiciones que emergen de los laboratorios de la “Semana de Espiritualidad y Formación Misionera”, organizada por la Oficina Nacional para la Cooperación Misionera entre las Iglesias, que se concluyó el pasado 30 de agosto en Asís.
Durante la presentación del tema de la Semana, “La Iglesia, casa y escuela de comunión”, Monseñor Giuseppe Andreozzi, director de la Oficina Nacional para la Cooperación Misionera entre las Iglesias, subrayó que éste constituía un anticipo de lo que se profundizará en el Convenio Misionero Nacional que se celebrará en Montesilvano (Pescara), del 24 al 30 de septiembre de 2004, y que llevará por tema “Comunión y corresponsabilidad para la misión”. Entre las numerosas intervenciones, S. Exc.a Monseñor Agostino Superbo, dio algunas indicaciones concretas para la vida pastoral de las comunidades cristianas, entre las cuales: no separar jamás a Cristo de la Iglesia, ni a la Iglesia de la humanidad; valorizar a la familia como casa y escuela de comunión; experimentar un estilo pastoral en el que la comunión eclesial signifique asumirse responsabilidades para transmitir el gran don del Evangelio de Cristo. S. Exc.a Monseñor Luigi Bressan dirigió a los participantes una invitación a no preocuparse únicamente de destruirr lo que no funciona sino, como Francisco y Clara, enamorados de Cristo, de luchar por abrir nuevos caminos misioneros para dar respuesta a las peticiones del mundo contemporáneo y, sobre todo, a la exigente pregunta que Jesús dirigió a Pedro: “¿Tú me amas?”.
(S.L) (Agencia Fides 2/09/03)