Bombay (Agencia Fides) – Se llama “Snehasadan” y significa “Casa donde se es amado”. Se trata de un centro de acogida que, desde hace cuarenta años, devuelve la esperanza y la alegría de vivir a los niños de la calle, huérfanos o abandonados, en Bombay, capital del estado de Maharastra, una de las ciudades más grandes de La India, con más de 14 millones de habitantes.
En las calles de la metrópolis india viven más de cien mil niños de la calle, y su número aumenta hasta alcanzar los 18 millones si se considera toda la nación india. Para dar una respuesta a este grave problema, los jesuitas de Bombay han creado una casa de acogida que intenta apartar a los muchachos de la calle, de la droga y de la criminalidad, reinsertándolos en la sociedad e, incluso, encontrando familias dispuestas a adoptarlos. El jesuita Plácido Fonseca, director de “Snehasadan”, explica a la Agencia Fides: “Para muchos, los jóvenes son objetos que utilizar o mano de obra a bajo coste que explotar. Cada día me doy cuenta de la belleza, del potencial, del misterio que se esconde detrás de cada uno de estos niños. Intentamos darles una nueva identidad, consideración por sí mismos, y que cambien su vida para siempre”.
En La India, los principales problemas que afligen a la sociedad son el bajo rédito familiar, la superpoblación, el desempleo, la falta de instrucción, la desnutrición y las enfermedades causadas por ésta y por la falta de higiene. Además, a causa del fenómeno en aumento de la urbanización, masas ingentes de población se desplazan desde las zonas rurales hasta las grandes ciudades, donde se concentran dando vida a grandes extensiones de chavolas denominadas “slums”.
Los niños viven en la calle porque se han quedado solos tras la muerte de sus padres o porque han sido abandonados por éstos a causa de la pobreza, de las enfermedades mentales o de la falta de trabajo. Sin padres, sin parientes y sin medios económicos, los jóvenes sobreviven pidiendo limosna o siendo contratados para actividades criminales. A menudo, son los mismos padres, implicados en la prostitución, el alcoholismo y la criminalidad, quienes procuran a sus propios hijos perjudiciales consecuencias sociales y psicológicas.
Miles de niños en edad infantil se ven obligados a trabajar y a dejar los colegios para contribuir a la economía familiar. La cárcel, la prostitución, la esclavitud, la violencia y la muerte son los destinos más comunes que esperan a los niños de la calle. Alrededor de un millón de niños en todo el mundo son explotados cada año en el mercado del sexo; bien por su propia supervivencia, bien en el intento de ayudar a sus propias familias, sumidas en la miseria. “Pero el peor asesino de estos niños no deseados es la indiferencia. ¡Es preciso recordar que ningún niño elige la calle!”, afirma el padre Fonseca. Por ello, la casa de acogida “Snehasadan”, dispensando amor y solidaridad, está siempre abarrotada de centenares de niños che recobran de nuevo su infancia y una esperanza para su futuro.
(P.A.) (Agencia Fides 2/09/03)