AMERICA/ECUADOR - El Arzobispo de Portoviejo: “Acogida y Misericordia” para vencer el desánimo

martes, 10 mayo 2016 catástrofes naturales   iglesias locales  

Internet

Portoviejo (Agencia Fides) – “La experiencia del terremoto ha sido realmente un gran trauma para todos, pero especialmente para las muchas familias que han perdido a sus seres queridos. Pienso en ese padre de Manta que perdió a su esposa, sus dos hijos, su suegra y un sobrino o la familia atrapada mientras el padre trataba de poner a todos a salvo en el coche: la casa frente a la cual se detuvo se derrumbó sepultándolos a todos. La tragedia, el dolor y la muerte nos han llegado a todos sin pre aviso. Durante días nos hemos quedado aturdidos, incrédulos, con el miedo de alguna noticia trágica más”. Así lo narra a la Agencia Fides el Arzobispo de Portoviejo, Su Exc. Mons. Lorenzo Voltolini, describiendo los eventos sucesivos al terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que a las 19 horas del sábado 16 de abril devastó Ecuador (véase Fides 18,20,29/4/2016; 6/5/21016).
“La inmensa fuerza sísmica ha destruido casas, hoteles, iglesias, casas parroquiales, escuelas, universidades, edificios públicos, sociales y comerciales. Todo en el espacio de 50 largos segundos. Y luego un silencio de muerte”, explica Mons. Voltolini. “La tragedia podría haber sido sin duda mucho más grande si hubiese sucedido otro día y a otra hora. Muchas personas van a misa el sábado que suele iniciar a las 19 o 19.30. Yo estaba de pie en la capilla de un barrio periférico de la ciudad de Portoviejo. Acababa de celebrar la misa. Estaba en la sacristía, la fuerza del movimiento fue tan grande que para no caerme tuve que aferrarme a las jambas de la puerta. Los fieles que todavía estaban en la iglesia se cayeron al suelo, nos quedamos sin luz en el primer temblor”.
El Arzobispo explica que “muchas iglesias se han sufrido daños severos. Algunas, sin posibilidad de recuperación, tendrán que ser destruidas por completo. Otras tendrán que ser aseguradas, pero con grandes costos. Muchas escuelas y clínicas han quedado devastadas, algunos completamente destruidas”.
La Iglesia, desde el principio, ha hecho todo lo posible para dar cabida a las personas sin hogar, distribuir alimentos y agua a los más necesitados. La misma casa del obispo, después de haber resistido el terremoto, se transformó en un hospital. “El 'Banco de Alimentos' nos envió inmediatamente un enorme conteiner de agua y alimentos - continúa Mons Voltolini. -. Las primeros en ponerse a descargar fueron los sacerdotes, los párrocos de la ciudad de Portoviejo, luego llegaron los voluntarios también. El ejemplo de los muchos sacerdotes ha sido bonito y valiente. En la mayoría de las ciudades pequeñas, los párrocos han sido y lo siguen siendo, los organizadores reales de las ayudas, incluso antes de la llegada del estado. La red de catequistas y mensajeros conoce muy bien las necesidades y sabe quienes están en la indigencia, por lo que nuestra ayuda, como Iglesia, llegó sin hacerse esperar y sin acaparamientos. Los voluntarios han sido realmente buenos y eficaces”.
El Arzobispo ha señalado también que la organización estatal ha hecho su parte proporcionando luz, medios para la eliminación de los desechos, evaluaciones sobre la estabilidad de los edificios, sin embargo en algunas ocasiones, ha dicho a las autoridades que la Iglesia quisiera gozar de mayor libertad “en hacer el bien”, en la distribución de suministros de socorro a través de las parroquias y las pequeñas comunidades.
“No olvidéis - pide el Arzobispo de Portoviejo - que os necesitaremos cuando comenzamos la reconstrucción, que no sera sólo de columnas, ladrillos, cemento, sino de familias, comunidades, parroquias, nuevas relaciones humanas, nacidas en el estilo y las necesidades del Evangelio”. Se señala que el lema de su plan pastoral es “Hospitalidad y Misericordia”. “No lo hemos cambiado - explica - porque no ha parecido el más adecuado para vivir y superar la tentación del desaliento”. (SL) (Agencia Fides 10/05/2016)


Compartir: