AMERICA/CANADA - El proyecto de ley sobre la redefinición del matrimonio en Canadá divide intensamente el País, desnaturaliza el matrimonio, tiene consecuencias funestas sobre los niños, es una amenaza para la libertad de conciencia y religión: Memorial de los Obispos presentado en el Senado

miércoles, 20 julio 2005

Ottawa (Agencia Fides) - En el ámbito del debate sobre el Proyecto de ley C-38 relativo la redefinición de la institución matrimonial en Canadá, una Comisión de la Conferencia de los Obispos Católicos del Canadá (CECC) formado por el Card. Marc Oullet, Arzobispo de Quebec, y la Señora Hélène Aubé, abogado y madre de familia de Gatineau, ha defendido ante el Comité Senatorial de Asuntos jurídicos y constitucionales del Estado, la definición tradicional del matrimonio, como unión exclusiva de un hombre y una mujer.
La argumentación en defensa del matrimonio y contra del Proyecto de ley que amenaza con desnaturalizar el matrimonio, con consecuencias imprevisibles grandes y ciertamente negativas para la sociedad canadiense, son recogidas en el amplio y cuidado "Memorial de la CECC”, en la que viene claramente revelado que el Proyecto de ley está basado en un falso concepto de la igualdad fundamental entre las personas, un falso concepto de la dignidad humana, una falsa comprensión de los derechos de las minorías, una mala interpretación de la Constitución canadiense de los derechos y la libertad y en una comprensión a medias de la libertad de religión. Por tanto, es "un Proyecto de ley que divide intensamente el País, que tendrá consecuencias funestas sobre los niños y constituye una amenaza cierta para la libertad de conciencia y religión."
Los Obispos también llaman la atención sobre el hecho de que los argumentos puestos en tela de juicio del Proyecto de ley no conciernen sólo a la definición y fundamentos del matrimonio según viene celebrado desde tiempos inmemoriales y reconocido por todas las culturas, sino "también se pone en discusión el futuro del matrimonio como institución social fundamental así como la importancia para la sociedad del papel insustituible de un marido y una mujer en la concepción y en la educación de los niños. Ahora su unión garantiza un entorno natural estable a la vida de familia, una continuidad entre las generaciones y de los modelos parentales que suponen un padre y una madre". La modificación propuesta por el proyecto de ley no favorece la evolución del matrimonio sino que rompe irrevocablemente tanto con la historia humana como con el sentido y la naturaleza misma del matrimonio: se trata de una distorsión de la institución natural del matrimonio”.
Las argumentaciones de los promotores del "matrimonio homosexual" se apoyan en una falsa concepción del respeto de la dignidad humana. "La igualdad y la dignidad de las personas no dependen de su raza, religión, sexo, orientación sexual o de su estado civil. Su dignidad y su igualdad se basan en el simple hecho de que pertenecen a la raza humana". Recuerdan después que "las leyes son establecidas para hacer respetar el orden social. Pero un orden social sólo es válido si respeta el orden inscrito en la misma naturaleza humana. Desde el momento en que las leyes contradicen este orden natural, se hacen injustas y amenazan con provocar divisiones y disensos, generando más bien un desorden social."
“Estamos también muy preocupados por el impacto previsible de una reforma del matrimonio sobre los ciudadanos más vulnerable: los niños canadienses" afirman los Obispos de la CECC. "Engendrados por la unión de un hombre y una mujer, los niños necesitan un padre y una madre, tienen derecho a conocer a sus padres biológicos y ser educados por ellos. Se conoce demasiado bien el sufrimiento de los que son privados de esta posibilidad". Si la ley canadiense sancionara que el matrimonio es la unión "de dos personas", la mayoría de los canadienses correría el riesgo de ver en peligro su propia libertad de conciencia, de religión y de expresión, por la imposición de una norma contraria a los propios valores. El estado debe proteger no sólo el derecho prioritario a la libertad de religión para los ministros del culto sino también para toda la población, y debe hacer respetar el derecho y la justicia para las personas y las uniones homosexuales, sin ceder a los movimientos culturales excesivos que amenazan los valores fundamentales del matrimonio y la familia. (RZ) (Agencia Fides 20/7/2005 - Líneas: 51 Palabras: 715)


Compartir: