AMÉRICA/PERÚ - “Los signo de frustración y desánimo se han agudizado en los últimos días, aumenta la sensación de inestabilidad y de inseguridad”; preocupación de la Conferencia Episcopal Peruana ante el clima de violencia y las prolongadas huelgas.

jueves, 7 julio 2005

Lima (Agencia Fides) - “Ante el florecer de la violencia, las prolongadas huelgas en diferentes lugares de nuestro país, los cordones de policía en las autopistas y los asaltos a las instalaciones públicas y privadas que aumentan la sensación de inestabilidad y de inseguridad para todos”, la Presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) ha hecho público un comunicado titulado “Paz social ante la actual situación de Perú”, datado 6 de julio, en el que manifiesta su propia preocupación. Tras delinear la situación que está viviendo el pueblo peruano, a poco más de un año de las elecciones presidenciales, el Comunicado exhorta a todos los ciudadanos y a los responsables de la sociedad que están en conflicto a “mantener la paz social, recordando que el mejor camino para obtener los cambios positivos es la del diálogo sereno, serio y responsable que conduzca a proyectos reales y eficaces, y no a dejarse abatir por el desánimo y el desinterés que imperan”.
Los Obispos notan que entre la población se observan “señales de frustración y de desánimo que se han agudizado en los últimos días a causa de la falta de un trabajo digno, de la pobreza y de la marginación de algunos sectores de la población, a los que se suman los actos de corrupción y de delincuencia que han exasperado los ánimos”. A agravar la situación, según el comunicado de la CEP, el hecho de que las autoridades y los políticos no parecen estar muy interesados en responder adecuadamente a las necesidades y a las peticiones del país. Pese a que la economía nacional muestre indicadores económicos positivos, la mayoría de la población no nota mejorías en su situación familiar y social.
Esta situación, según la Iglesia peruana, “está minando la estabilidad del país con el riesgo de que se pierda la perspectiva de Nación y se nos considere un aglomerado social y político, donde cada uno persigue sus propias reivindicaciones o las de su propio grupo o sector”.
Ante este horizonte poco tranquilizador, los Obispos afirman que “antes del derecho fundamental de manifestar como protesta con medios adecuados, existe el respeto de los derechos y de la dignidad de toda la población”, en cuanto “las protestas con formas indebidas que atentan a la vida, a la salud, a la educación y a la libre circulación, dañan a los más necesitados y crean inestabilidad e inseguridad”. Por último, solicitan que el Gobierno y las autoridades competentes “sean claros y coherentes en sus propuestas y que sean ejemplo de austeridad, de otra forma corren el riesgo de perder toda autoridad moral y toda credibilidad”.
(RZ) (Agencia Fides 7/07/05)


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