AMERICA/BOLIVIA - Después de los violentos enfrentamientos en las calles y la elección del nuevo Presidente de la República, se vuelve lentamente a la normalidad en Bolivia. El Card. Terrazas: "la paz no se consigue con las armas, la seguridad no se impone con el odio"

sábado, 11 junio 2005

La Paz (Agencia Fides) - La jornada del jueves el 9 de junio del 2005 ha sido para Bolivia una de las más tensas de las últimas semanas. Después de la dimisión presentada por el Presidente de la República Carlos Mesa, el Parlamento fue convocado de urgencia el 9 de junio en Sucre para valorar la situación y elegir al nuevo Presidente. Las protestas de la calle para impedir que el Presidente del Senado Vaca Diez sucediera a Mesa, provocaron violentos enfrentamientos con un muerto y dos heridos.
"Ante la protesta popular, a primeras horas de la noche, tanto el Presidente del Senado como el Presidente de la Cámara de Diputados renunció a su derecho a la sucesión constitucional, permitiendo así que fuera elegido el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, D. Eduardo Rodríguez, como nuevo Presidente de la República" se lee en la nota enviada a Fides por la sala de prensa de la Conferencia Episcopal Boliviana.
De esta manera, gracias al compromiso generoso del episcopado boliviano para favorecer el diálogo entre las partes, y al de otras Confesiones Cristianas, que se han unido en estas horas difíciles, con la oración para pedir a Dios el don de la paz, Bolivia ha realizado un nuevo paso histórico en la conservación del sistema democrático y la recuperación de la tranquilidad. Las fuerzas sociales han arrinconado de momento sus solicitudes (nacionalización del gas, Asamblea Constituyente, referendo sobre las autonomías) ya que actualmente la prioridad es concretar una tregua que permita planear el futuro inmediato.
El Card. Julio Terrazas, Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, en su homilía durante la Santa Misa por la paz, señaló que la paz que los bolivianos quieren no "es la paz que se consigue con las armas, no es la paz que reina entre los sepulcros, es la paz que viene realmente de Dios y viene por a través de aquello que Dios quiere para todos: el respeto de la dignidad de sus hijos". Por lo tanto, ha subrayado como estas horas son "de gran responsabilidad para los que deberían dar a la Nación la seguridad que no se impone con el odio como modo de vivir, porque no es la represión la manera de imponer la paz". La paz requiere la justicia, y por lo tanto, los que buscan la justicia no deben olvidar que no es en el terreno de la lucha fratricida donde se construye la auténtica justicia para todos.
La causa de la justicia, subrayó el Cardenal, "es una causa y un proyecto que el Señor ha puesto en nuestras manos: es necesario construirla, realizarla, hay que asegurar que realmente la justicia esté al alcance de todos" y después ha recordado que "hay que hacer un esfuerzo para dejar de repetir palabras bonitas y de no trabajar para que esas palabras se conviertan en hechos". No podemos invocar el nombre de nuestro Dios sin cambiar de actitud: "El Señor nos llama a la reconciliación, ya que ese es el espacio para el creyente, ese es el signo que tenemos que dar de nuestra fe, perdón y misericordia al alcance de todo para todos sin excluir a nadie, perdón y misericordia que será la base de una paz que va a buscar entonces en justicia todas las soluciones que hoy requerimos para que pronto no haya más pobres gritando en nuestras calles, para que pronto no hayan más ricos que se mueren por que ya no saben que hacer con sus riquezas". (R.Z) (Agencia Fides 11/6/2005, Líneas: 41 Palabras: 625)


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