AMERICA/MEXICO - “No podemos permanecer impasibles y silenciosos frente al fragor de la violencia y a la ola destructiva provocada por el consumo de estupefacientes": afligida denuncia de los Obispos de la Región Pastoral Noreste

miércoles, 8 junio 2005

Monterrey (Agencia Fides) - Los Obispos de la Región Pastoral Noreste de México, "frente al fragor de la violencia que continua bañando de sangre esta región de México y a la ola silenciosa, pero destructiva, que sigue provocando el consumo de estupefacientes", con una Declaración titulada "Narcotráfico y violencia social”, afirma que no pueden permanecer en silencio e impasibles. Lanzan por ello, un afligido llamamiento para que se ponga punto final a esta situación que tiene a todos en un estado de tensión, inseguridad, miedo, temor y desconfianza. La Región Pastoral Noreste de México comprende las diócesis de Monterrey, Linares, Piedras Negras, Ciudad Victoria, Ciudad Valles, Brinco, Nuevo Tocino, Tampico, Matamoros.
El documento está dividido en cuatro partes: "La situación que vivimos" , “Los valores que se destruyen"; "La reflexión que ofrecemos”; "el llamamiento que lanzamos”. En la primera parte los Obispos ofrecen un cuadro de la situación de violencia, caracterizado por frecuentes ejecuciones de civiles, secuestros, irrupciones en las casas privadas o en los lugares públicos, y lamentan el crecimiento de cuantos se dedican al tráfico de estupefacientes. Denuncian el hecho de que también algunas autoridades sean cómplices del tráfico y de la distribución de estupefacientes. Frente a este panorama que refleja una cultura de muerte - caracterizada por el desprecio de la vida humana, del menosprecio de la dignidad de la persona, de la pérdida de conciencia del valor del trabajo honesto, de la corrupción y de la impunidad - está en peligro "la pérdida de los valores humanos transcendentes, que dan cohesión y estabilidad a la sociedad."
Los efectos negativos que aparecen en la sociedad mexicana, y que tienen relación directa con el narcotráfico, con el reciclaje de dinero sucio, con la prostitución, el tráfico de armas, la violencia, la agresividad social, "manifiesta la ausencia y el vacío de Dios, ya que en la medida en que excluimos la existencia y la autoridad de Dios, quedamos indefensos y a merced del hombre mismo, de modo tal que el más ambicioso y potente puede decidir quién debe vivir y quién debe morir". Este panorama - continúan los Obispos - nos sitúa frente al desafío de dejar entrar a Dios en nuestras vidas, en la familia y en toda la sociedad. El encuentro con Eñ nos conduce a la conversión, para desarraigar la violencia y trabajar incansablemente por la paz. "Solamente la conversión a Dios nos lleva a asumir conciencia de las consecuencias de la colaboración con el narcotráfico."
Con profunda preocupación y dolor, los Obispos lanzan una apremiante llamamiento a la comunidad eclesial y a toda la sociedad, para que se ponga fin al sufrimiento de tantos seres humano y así se frene la destrucción del tejido social que el narcotráfico está provocando. Recuerdan a las autoridades, a quienes se reconoce el empeño para contrastar esta plaga, que hay que tener en cuenta que una de las raíces de este problema es la desigualdad social, que niega las oportunidades de desarrollo a la mayor parte de la población. Además, la corrupción y la impunidad lesionan el estado de derecho y llevan a minar los fundamentos legítimos que sustentan el tejido social, se crean vacíos de poder que abren las puertas a la ingobernabilidad y a la sospecha difusa respecto a los que ejercen la autoridad. Se pide a los operadores de los medios de comunicación el compromiso de promover el aprecio por la vida humana y de estar atentos a no difundir todo lo que alimente el clima de violencia, promoviendo por el contrario, cuánto contribuya a reforzar los valores y la calidad moral de la población.
A las familias se pide que atiendan su misión de educadoras de sus hijos y de acompañarlos en cada etapa de su vida, con la conciencia de que los principales destinatarios del narcotráfico son los niños y los jóvenes. Por último, una llamamiento a todos los trabajadores pastorales, para que en la evangelización y en la catequesis se anuncie con fuerza a Jesucristo, único Salvador: "Formemos un frente común para promover los valores de la vida, la dignidad de la persona y el trabajo, la responsabilidad ciudadana, la honestidad, la justicia y la paz, para facilitar la reconstrucción del tejido social". (RZ) (Agencia Fides 8/6/2005, Líneas: 51 Palabras: 734)


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