VATICANO - Beatificaciones - Madre Ascensión Nicol: "Evangelizar a los pobres en aquellas situaciones misioneras en las que la Iglesia tiene mayor necesidad". Entrevista de Fides a la Madre Maria Auxiliadora Hernández Martínez, Superiora General de las Dominicas Misioneras del Rosario

jueves, 12 mayo 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - el sábado 14 de mayo será beatificada en San Pedro la Madre Ascensión Nicol (1868-1940), confundadora de las Dominicas Misioneras del Rosario. Por con este motivo, la Agencia Fides ha dirigido algunas preguntas a la Superiora general de la Congregación, Madre Maria Auxiliadora Hernández Martínez. La Congregación cuenta hoy con 785 religiosas presentes en 21 naciones de los cinco continentes.

¿Quiénes son las dominicanas Misioneras del Rosario?
Tras las huellas de nuestra Fundadora, Madre Ascensión Nicol, queremos ser mujeres capaces de responder a la llamada de Dios, con fe y confianza absoluta en Él. Mujeres que saben contemplar a Dios en la historia y, por tanto, abiertas a acoger sus manifestaciones cada día. Mujeres de profunda espiritualidad comunitaria, sencillas, humildes, capaces de crear fraternidad y de hacer del amor al prójimo el centro de su vida. Mujeres con un fuerte espíritu misionero y capaces de acoger y estimar las distintas culturas de las hermanas y las naciones con las que compartimos vida y misión. Mujeres que aman la vida en todas sus formas y que difunden alegría, entusiasmo y esperanza. Mujeres que comparten intensamente el dolor de las personas, que se dejan conmover y se solidarizan con corazón de madre. Mujeres que optan decididamente por los pobres y marginados de la sociedad y se comprometen a anunciar la Buena Nueva del Reino, buscando con ellos y por ellos una vida más digna y humana. Mujeres críticas y coherentes, en una actitud continua de sincera conversión. Mujeres que creen en la gente como protagonistas activos de la propia liberación y por lo tanto la acompañan en su camino hacia los cielos y la tierra nueva. Mujeres capaces de asumir los desafíos misioneros al lado de los más pobres, hasta arriesgar la propia vida.
La Congregación nace para evangelizar a las poblaciones aborígenes de la selva peruana. ¿Cómo se ha desarrollado en el tiempo vuestro trabajo con estos pueblos?
Nuestro objetivo misionero entre estos pueblos lo hemos realizado y seguimos reforzándolo junto a los misioneros Dominicos del Vicariato apostólico de Puerto Maldonado. La identidad misionera de nuestro Instituto siempre ha favorecido una inserción de las religiosas entre la gente, comprometiéndose de modo especial en la promoción de la mujer a partir de su realidad y respetando sus tradiciones. El compromiso misionero se ha desarrollado en el ámbito de la pastoral de la salud y la educación. Todavía hoy seguimos visitando las comunidades nativas que se encuentran en la ribera de los grandes ríos de esta zona amazónica, promoviendo programas de formación e integrando el camino de fe con el crecimiento humano en todos sus ámbitos. Actualmente también colaboramos en las Comisiones "Justicia y Paz" y con la Defensora del Pueblo, en el compromiso de la defensa de los Derechos humanos.
¿Cuáles son hoy los principales campos de acción de vuestro compromiso misionero?
Este tema es uno de los motivos de reflexión permanente de los últimos Capítulos Generales porque sentimos la necesidad de revisar el Carisma desde los orígenes en cada uno de los momentos históricos que vivimos. Frente a la realidad de los países del Sur del mundo que son marginados por decisiones que conciernen a su vida y su destino trabajamos por una inculturación existencial concreta entre los más pobres. Frente al desprecio de la vida y de la dignidad de los pobres, el ultraje de sus derechos, la vejación de la mujer y el racismo existente en nuestros países, trabajamos en la defensa de la vida, de la justicia y de la paz, por la defensa de los derechos humanos, especialmente de la mujer. Estamos comprometidas en una evangelización que ofrezca una contribución significativa para la construcción de una Iglesia Universal que recoja e integre en su seno toda la riqueza y variedad de expresiones humanas que Dios ha vertido en el mundo.

¿En estos 92 años de actividad misionera, cuales han sido las principales dificultades que vuestra Congregación ha encontrado en el desarrollo de su misión en los cinco Continentes?
Las dificultades que hemos encontrado son las mismas que experimentan las Iglesias locales en las que las comunidades están insertadas. Una de las constataciones más satisfactorias es ver que nuestras religiosas permanecen siempre cerca de la población cuando viven situaciones de mayor peligro o inseguridad. En 1964 cuatro de nuestras hermanas en el Congo, decidieron no abandonar a los enfermos que necesitaban sus cuidados y murieron mártires. Recientemente, en una de las islas de Filipinas, Basilan, algunas religiosas fueron liberadas milagrosamente después de un secuestro. En Timor Este fue quemada su casa junto con otras del barrio donde vivían. Poco tiempo antes, en India, un gran número de musulmanes se habían acercado a nuestra casa para solicitar la ayuda de las hermanas ante una acción provocada por el fundamentalismo religioso. En África, en Angola, las hermanas siempre han permanecido en su sitio durante la guerra civil, lo mismo que en Mozambique y ahora en el Congo, dónde viven momentos de gran incertidumbre e inseguridad. El testimonio de vida de las pequeñas comunidades de hermanas que comparten con la gente su vida y su fe, con sencillez, generosidad y donación alegre, es como la semilla que se echa en la tierra buena de los sencillos y pequeños que sigue brotando en actitudes de solidaridad, igualdad y justicia. (R.Z) (Agencia Fides 12/5/2005, Líneas: 69 Palabras: 923)


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