VATICANO - El Papa continúa el comentario sobre los Salmos y Cánticos: "Las naciones deben aprender a "leer" en la historia un mensaje de Dios. La aventura de la humanidad no es confusa y sin sentido… Existe la posibilidad de reconocer la acción divina en la historia"

miércoles, 11 mayo 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La historia, no está en manos de potencias oscuras, del azar o de meras opciones humanas. Ante el desencadenamiento de energías malvadas, ante la irrupción vehemente de Satanás, ante tantos azotes y males que emergen, se eleva el Señor, árbitro supremo de las vicisitudes de la historia. Él la guía con sabiduría hacia el alba de los nuevos cielos y de la nueva tierra". Durante la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre Benedicto XVI ha comentado el Cántico (cfr Ap 15,3-4) “Himno de adoración y alabanza”, Vísperas del viernes de la II Semana (Lectura: Ap 15,3-4) continuando así el ciclo de catequesis iniciado por Juan Pablo II sobre los Salmos y cánticos y utilizando los textos que el había ya preparado.
Al entonar la Cantiga que ha sido hoy objeto de meditación, "son los justos de la historia… los que a través de la aparente derrota del martirio edifican en realidad el mundo nuevo, cuyo artífice supremo es Dios". Ellos inician exaltando las "obras grandes y admirables" realizadas por el Dios, para "reafirmar que Dios no es indiferente a los hechos humanos, sino que penetra en ellas realizando sus ‘caminos’, es decir, sus proyectos y sus ‘obras’ eficaces. La intervención divina quiere ser un signo que invita a todos los pueblos de la tierra a la conversión. Las naciones deben aprender a leer en la historia un mensaje de Dios. La aventura de la humanidad no es confusa y sin significado, ni está sometida a la prevaricación de los prepotentes y perversos. Existe la posibilidad de reconocer la acción divina en la historia."
En el Cántico se encuentran unido temor (en el sentido bíblico, de reconocimiento de la trascendencia de Dios) y glorificación de Dios: "Gracias al temor del Dios no se tiene miedo del mal que irrumpe en la historia y se retoma con vigor el camino de la vida". Por último, aparece una procesión universal de pueblos que se presentarán ante el Señor de la historia y se postrarán en adoración. "Y el único Señor y Salvador parece repetirles las palabras pronunciadas la última noche de su vida terrena: "¡Tened confianza; yo he vencido el mundo!". (S.L) (Agencia Fides 11/5/2005, Líneas: 28 Palabras: 419)


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