Mayo del 2005: "Para que las Obras Misionales Pontificias, queridas por el Santo Padre y los Obispos para la evangelización de todas las naciones, ayuden al pueblo de Dios a sentirse parte viva de la misión ad Gentes." Comentario a la intención misionera a cargo de Su Eminencia el Card. Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

lunes, 2 mayo 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En el Mensaje para la próxima Jornada Misionera Mundial, que se celebrará el domingo el 23 de octubre del 2005, último don del llorado Papa Juan Pablo II a la Iglesia misionera, el Papa escribe: "La Jornada Misionera Mundial constituye una oportuna circunstancia para tomar conciencia de la urgente necesidad de participar en la misión evangelizadora en la que se encuentran comprometidas las Comunidades locales y tantos Organismos eclesiales y, de modo particular, las Obras Misionales Pontificias y los Institutos Misioneros. Es misión que, además de la oración y del sacrificio, espera también un apoyo material concreto. Una vez más aprovecho la ocasión para subrayar el precioso servicio que realizan las Obras Misionales Pontificias, e invito a todos a apoyarlas con una generosa cooperación espiritual y material". (Mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2005, n.4).
Durante su largo Pontificado, el Papa Juan Pablo II, que inició su Ministerio Petrino precisamente el domingo en que se celebraba la Jornada Misionera 1978, no dejó nunca de subrayar la importancia y el papel determinante de las Obras Misionales Pontificias para la vida de la Iglesia y para la sensibilización de todo el pueblo de Dios hacia la misión. "A estas Obras se le debe reservar justamente el primer puesto, porque son medios para infundir en los católicos, desde la infancia, un espíritu realmente universal y misionero y para favorecer una adecuada colecta de ayudas en beneficio de todas las misiones y según las necesidades de cada una" (Decreto conciliar Ad Gentes, n. 38).
La intención misionera indicada por el Papa para este mes, ve la reunión de la asamblea general de las Obras Misionales Pontificias, que cada año convoca en mayo, a los 114 Directores Nacionales procedentes de todas partes del mundo, junto a los Secretarios generales de las cuatro Obras Misionales Pontificias, al Presidente y al Prefecto del Dicasterio Misionero, para reflexionar sobre la animación misionera en los diversos Países, estudiar los desafíos pastorales que hoy se plantean a la misión, programar las actividades de mayor relieve, analizar las peticiones de ayuda llegadas y distribuir igualmente las ofertas recogidas.
En esta reunión se puede decir que está representado todo el mundo misionero en su universalidad: desde los Países más pobres, que aún desde su pobreza no dudan en privarse de lo necesario para dar lo poco que tienen - poco a los ojos de los hombres pero de un valor inestimable a los ojos de Dios -, a los Países más ricos, que sustentan con su generosidad a muchas Iglesias más jóvenes.
Que nuestra oración acompañe en particular los trabajos de este encuentro, por la importancia y la responsabilidad que ello comporta, de tal modo que el Espíritu Santo, “protagonista de toda la misión eclesial” (cfr Redemptoris Missio, 11) renueve los prodigios de Pentecostés e indique el camino que se debe emprender para animar a la misión a toda la Iglesia, tomando conciencia cada uno de la propia responsabilidad de bautizado.
Este año, por primera vez, la asamblea de las Obras Misionales Pontificias no se realiza en Roma sino en Francia, en Lión. La ocasión excepcional es la inauguración de las restauración de la casa natal de la venerable Pauline Marie Jaricot (1799-1862), fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe, para tener un momento de memoria, de oración y de renovado compromiso misionero. La joven lionesa "con intuiciones sencillas y prácticas, dio vida a una obra que no ha dejado nunca de crecer en todas las partes del mundo. Pauline se dejó tocar por los pobres y por la miseria de los que no conocen a Dios y creó una colecta para la actividad misionera de la Iglesia, pidiendo a cada uno un sacrificio… Pauline manifestó así su pasión por un apostolado universal y respondió la diseño de Cristo de salvar a todo hombre". (cfr Carta del Papa Juan Pablo II con motivo el bicentenario del nacimiento de Pauline Jaricot, 14 de septiembre de 1999, n.2).
Otro aspecto que debemos subrayar en la vida del Jaricot es su intensa vida espiritual, de la que sacaba las fuerzas necesarias para la misión y para afrontar las duras pruebas que no se le ahorraron. Su vida cotidiana estuvo iluminada por la Eucaristía y la adoración del Santísimo Sacramento: no podría haber circunstancia mejor para recordar su testimonio misionero que precisamente este Año de la Eucaristía. "Uniéndose a Cristo, el Pueblo de la nueva Alianza, lejos del encerrarse en si mismo, se convierte en "sacramento" para la humanidad, signo e instrumento de la salvación realizada por Cristo, luz del mundo y sal de la tierra (cfr Mt 5,13-16) para la redención de todos. La misión de la Iglesia está en continuidad con la de Cristo: Como el Padre me ha mandado, también yo os mando (Jn 20, 21). Por tanto de la perpetuación en la eucaristía del sacrificio de la Cruz y de la comunión con el cuerpo y con la sangre de Cristo la Iglesia lleva la necesaria fuerza espiritual para cumplir su misión. Así la eucaristía se pone como manantial y conjunto como cumbre de toda la evangelización, ya que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y en Él con el Padre y con el Espíritu Santo." (Ecclesia de Eucharistia, 22)
Este mes de mayo culmina con la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo que pondrá una vez más de relieve como la Eucaristía es el "corazón de la vida cristiana y fuente de la misión evangelizadora de la Iglesia", como afirmó el Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje al inicio de su Pontificado, el 20 de abril pasado, pidiendo a todos "intensificar en los próximos meses el amor y la devoción a Jesús Eucaristía y expresar de modo valiente y claro la fe en la presencia real del Señor."
Permanezcamos pues, en prolongada y devota oración, ante el Santísimo Sacramento, y dejémonos conducirnos por Maria, "Mujer eucarística" (Ecclesia de Eucharistia, 53) a quien la piedad popular consagra el mes de mayo, pidamos del Señor una renovada efusión de su Santo Espíritu para que las Obras Misionales Pontificias, fieles a su carisma y escudriñando los signos de los tiempos, sean capaces de ayudar eficazmente a todo el pueblo de Dios a sentirse implicados en primera persona en la misión evangelizadora de la Iglesia, que está todavía bien lejos de su cumplimiento. (Card Crescenzio Sepe) (Agencia Fides 2/5/2005 - Líneas: 77 Palabras. 1125)


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