SUDÁFRICA - “Iglesia de África: Iglesia de misión que se hace ella misma misionera”

lunes, 11 abril 2005

Johannesburgo (Agencia Fides) - El sábado 16 de septiembre de 1995, Juan Pablo II dejó Yaundé, capital de Camerún, camino de Sudáfrica, para realizar su primera visita pastoral a este país que, después de los largos años del apartheid, se encaminaba, no sin dificultad, por la senda de la democracia. “Hoy mi viaje me lleva a Sudáfrica, al nuevo Sudáfrica, una nación que se ha colocado con determinación en el camino de la reconciliación y de la armonía entre todos sus habitantes”, dijo el Santo Padre durante la ceremonia de bienvenida en la que estaba presente el presidente de la República, Nelson Mandela. En la homilía celebrada la mañana del domingo 17 de septiembre, en el Gosforth Park de Germiston, Johannesburg, el Papa invocó a Dios el don de la paz para todos los pueblos: “...particularmente en Rwanda y en Burundi, en Sudán, en Argel y en la, hasta hace poco, República de Sudáfrica, a causa del apartheid...Viendo lo que aquí sucede, los hombres y mujeres de buena voluntad esperan que también en otros sitios de este continente y en todo el mundo, la violencia ceda el paso al diálogo y a la concordia, y que la vida de los hombres, mujeres y niños inocentes, no esté ya en peligro por motivos que, muy a menudo, éstos últimos ni comparten ni comprenden”. Volviendo al tema de la paz, don de Dios pero también deber confiado a todos nosotros, argumento éste predominante de la liturgia, el Papa subrayó: “Uno de los temas a los que el Sínodo ha dedicado particular atención ha sido la conexión entre el Evangelio de Salvación, a través de la fe en Jesucristo, y el progreso de la justicia y de la paz a cualquier nivel de las relaciones humanas.”. La acción de la Iglesia se ha orientado siempre, por medio de diferentes iniciativas, hacia la edificación de una sociedad conforme a los derechos del hombre. “La Exhortación Apostólica que estamos celebrando -afirmó el Papa- no ofrece un programa para el desarrollo material y político, puesto que ello compete a los ciudadanos y a las guías responsables de cada país. Ofrece en cambio una visión del deber moral que pertenece a todos e indica el camino que la Iglesia se propone seguir para servir al completo bienestar de las poblaciones africanas”. El primer desafío que los políticos de África encuentran en ese camino es el de una “conversión a la solidaridad, caracterizada por la magnanimidad, por el perdón recíproco y por la reconciliación”. Es éste el único camino posible para superar el completo fracaso moral de los preconceptos raciales y de las rivalidades étnicas. Por último, el Papa se dirigió a las mujeres africanas recordando “los pesados cargos” que graban sobre sus espaldas, las injusticias, las violencias y los crímenes contra ellas. “La Iglesia sabe que vosotras tenéis un papel insustituible a la hora de humanizar la sociedad- afirmó el Papa-. ¡La Iglesia, por tanto, se apela a vosotras de manera particular para respetar, tutelar, amar y servir a la vida, a toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural!”
La tarde del domingo 17 de septiembre de 1995, Juan Pablo II presidió la segunda sesión conmemorativa del Sínodo por África en la Catedral de Johannesburgo. “Después de 2000 años, la proclamación del Evangelio de la Salvación en nuestro Señor Jesucristo sigue siendo el objetivo principal de la vida y de la misión de la Iglesia...El Espíritu exhorta a la Iglesia de África a ser una Iglesia de misión que se hace ella misma misionera”, afirmó el Papa en su discurso.
Tras recordar cómo el Sínodo había escuchado con atención y participación el grito angustiado de los muchos africanos que viven en situaciones preocupantes, el Papa insistió en que “el juicio moral del Sínodo sobre esta situación es, al mismo tiempo, compasivo y severo”: “Los Padres Sinodales han comprendido claramente que la situación de deshumanización y opresión que aflige a sus pueblos, pone la comunidad eclesial de frente a una crisis -en el verdadero y propio sentido de ‘juicio’- y a un desafío: la crisis de conversión, santidad e integridad, para ser testigo creíble; el desafío de desarrollar a pleno potencial el mensaje evangélico de adopción divina para liberar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo del pecado y de las estructuras de pecado”.

África ha vivido una larga historia de explotación que todavía hoy perdura bajo diferentes formas (deuda, comercio de armas, descarga de residuos tóxicos): “No sólo la Iglesia, sino también muchos organismos internacionales, han evidenciado la necesidad de programas de ayuda y políticas económicas que promuevan un auténtico progreso y desarrollo social”, recordó el Pontífice, subrayando que los africanos “deben de ser los principales artífices de un futuro mejor”. Entre los males que merecen una condena unánime resaltan las divisiones y las tensiones étnicas, “que a veces conducen a crímenes nefastos, como el que ha tenido lugar recientemente en Rwanda y en Burundi”. El Papa mencionó entonces “los millones de refugiados y el número todavía aún más alto de desalojados en tierra africana” por diferentes razones: “Son nuestros hermanos y hermanas. Necesitan la ayuda de la comunidad internacional. ¡Necesitan de la ayuda de la misma África!”. De hecho, muchos problemas del continente son la consecuencia de un modo de gobernar a menudo contaminado por la corrupción; sólo la mayor participación en la vida democrática de los respectivos países y el respeto de las leyes por parte de los elegidos podrán conducir a una transformación pacífica de las instituciones. “¡África representa un desafío para la Iglesia!” exclamó Juan Pablo II exhortando a la iglesia de África a empeñarse cada vez más activamente en la lucha por la defensa de la dignidad personal, por la justicia y la paz sociales, por la promoción humana, por la liberación y el desarrollo integral del hombre. Por último, el Papa aseguró solemnemente a los Obispos, a los fieles y a toda la comunidad cristiana que la Iglesia universal “continuará compartiendo con vosotros el peso de vuestros problemas y de las dificultades presentes en vuestro camino hacia un futuro mejor”. (S.L.) (Agencia Fides 11/04/05)


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