EUROPA/ITALIA - “Con Juan Pablo II, María ha continuado caminando a nuestro lado, tendiéndonos la mano, siendo Madre. Pero nosotros, ¿nos hemos dado cuenta?” una reflexión de Sor Viviana Ballarin

jueves, 7 abril 2005

Roma (Agencia Fides) - “Con Juan Pablo II, María ha continuado caminado a nuestro lado, tendiéndonos la mano, siendo nuestra Madre. Pero nosotros, ¿nos hemos dado cuenta? Quien se lo pregunta es Sor Viviana Ballarin, O.P., Superiora General de las Dominicas de Santa Caterina de Siena, maestras y enfermeras, en una reflexión concedida a la Agencia Fides.
A menudo pensamos en Juan Pablo II como en un Papa que ha transcurrido su tiempo corriendo por los caminos del mundo en búsqueda del hombre, sobre todo de los perdidos. “En realidad- prosigue Sor Viviana- este suyo ser itinerante hoy se nos revela como una espléndida capacidad de acogida. Por tanto, podemos afirmar sin temor que Juan Pablo II ha acogido a todos en su gran corazón materno”. El secreto de esta suya capacidad extraordinaria ha sido el de saber escuchar. Totalmente entregado a María, ha aprendido de ella a escuchar a Dios y a escuchar al hombre, a escuchar la Palabra de Dios escrita en las arrugas profundas de una humanidad, a menudo perdida y adolorada por los dolores del parto, cuyo grito no le ha dejado nunca indiferente. Existe un icono evangélico que sintetiza y expresa muy bien la misión mariana de Juan Pablo II y es el descrito por Juan el evangelista en el capítulo 2: Las Bodas de Caná. María está presente y atenta en aquella boda, se hace cargo y comparte una situación crítica. María escucha, y su escucha se traduce en un darse cuenta de lo que hace falta en un momento bien preciso, en una situación difícil, incómoda. ¡María es la Madre! “Faltando el vino, dijo a Jesús: no tienen vino”: ¡María se hace imploración! “Luego dice a los siervos: haced lo que Él os diga”. ¡María indica el camino seguro de la salvación! ¿No ha sido éste, quizás, el camino de evangelización de Juan Pablo II durante sus largos años de Pontificado? ¿No ha sido la suya una prolongada y amante escucha de las multitudes sumergidas en las dificultades y en los sufrimientos más dispares?
¿No ha sido su anuncio una guía y una orientación hacia el ‘Unico Salvador del mundo, el Cristo Señor? “La característica mariana de la espiritualidad de Juan Pablo II ha estado siempre clarísima. En su vida, como en la de Jesús, María es una presencia dulcísima en todo momento, difícil o feliz, cotidiano o extraordinario. Así pues, la misión de Padre y Pastor, ha tenido siempre en Juan Pablo II un color verdaderamente materno.(R.Z.) (Agencia Fides 7/04/05)


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