Abril del 2005: "Para que cada comunidad cristiana esté inflamada de nuevo ardor de santidad, que haga florecer numerosas vocaciones misioneras." Comentario a la intención misionera a cargo de Su Eminencia el Card. Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo (República dominicana)

miércoles, 30 marzo 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La Iglesia nació siendo una comunidad animada por la vida del Espíritu y con una vocación fundamentalmente misionera: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado " (Mt. 28,19-20). Este fue el mandato explícito de Jesús a sus apóstoles y ellos lo cumplieron con admirable fidelidad, predicaron el evangelio con ardor, hacían signos que avalaban sus palabras, formaban comunidades que tenían al Señor como centro de su vida, repartían los ministerios y finalmente daban testimonio con su muerte heroica.
Puede decirse que en las primeras comunidades cristianas había un esfuerzo para que sus miembros, animados por el Espíritu Santo, se esforzaran en vivir en un auténtico clima de santidad, entendida en el más elemental sentido de amor a Dios y a los hermanos, por esto eran vistos con gran simpatía. Hoy, 20 siglos después, la Iglesia necesita promover nuevas y autenticas comunidades que sean signo para el mundo que, en muchos aspectos, contradice las verdades y valores cristianos.
En las comunidades de hoy debe prevalecer un ambiente de profunda fe, verdadero espíritu de fraternidad, pero sobre todo de oración; oración que es el punto central de la vida cristiana. Pero todos percibimos una gran necesidad. La Iglesia tiene que continuar predicando el evangelio a los hombres y mujeres, es urgente que haya misioneros dispuestos a llevar adelante esa noble tarea. De ahí que el Apostolado de la Oración, en su intención misionera para este mes de Abril, nos invite a orar para que florezcan las vocaciones misioneras en el seno de la Iglesia.
Creo que en el Año de la Eucaristía es una intención particularmente oportuna, sobre todo cuando el Santo Padre ha dispuesto que se ore por las vocaciones ante el Señor Sacramentado en los cinco Continentes, como lo estamos haciendo.
Puede decirse que todo el Pontificado de Juan Pablo II ha estado señalado por la impronta de la Nueva Evangelización, según sus propias palabras "nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión ". Los nuevos misioneros, hoy tan necesarios, deben reclutarse primero en las Iglesias de larga tradición cristiana, aunque muchas experimentan profundas crisis como consecuencia del acentuado secularismo imperante en nuestros tiempos. Pero también la inquietud misionera hay que promoverla en las Iglesias más jóvenes que cuentan con nuevas comunidades, en las que hay una presencia juvenil muy entusiasta, que sintoniza con los ideales de llevar el evangelio a nuestros contemporáneos.
Oremos, pues, intensamente para que el Señor regale a su Iglesia numerosas vocaciones misioneras, que continúen hoy la misma misión que comenzó en aquel lejano Pentecostés. Además, estamos en el Tiempo pascual en que celebramos el triunfo definitivo de Jesucristo sobre el pecado y sobre la muerte, verdad que es el centro del Mensaje cristiano y que debemos proclamar al mundo, como los nuevos evangelizadores del siglo XXI. (Card Nicolás de Jesús López Rodríguez) (Agencia Fides 30/3/2005 - Líneas: 41 Palabras: 540)


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