Organo de informacion de las Obras Misionales Pontificias desde 1927
Roma (Agencia Fides) - "La amistad con Jemina, una joven madre enferma de Sida, ha ido creciendo cada vez más después de que la terrible enfermedad se llevase al marido y a su hijo. Cuando también ella estaba ya próxima para morir, la bauticé y le dí la primera Comunión. Luego le enseñé el rosario y la oración de consagración a Maria, diciéndole que con el ofrecimiento de sus sufrimientos podía ayudarnos a ser verdaderos sacerdotes". Son palabras de don Alfonso Poppi, misionero de la Fraternidad sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo, que cuenta un episodio significativo de su vida como misionero. Don Alfonso, encontró el movimiento cuando era todavía un joven y su vida gastada por África (primero en Uganda, ahora en Kenia en Nairobi) siempre se ha caracterizado por la fidelidad a don Luigi Giussani y al carisma que Dios hizo que comenzase en la Iglesia por su medio.
"Percibir que el sufrimiento no sólo no es inútil, sino que contribuye a la causa del Señor - continua don Alfonso - fue una cosa que la entusiasmó. Cuando, en los últimos días, sufriendo con terribles accesos de tos, las preguntaba por quien mereciera la pena padecer todo eso, ella siempre me respondía: ¡Por el Señor!. La mañana en que murió le pregunté una vez más: ¿Por quién todo esto? Por el Señor, fue su flébil pero firme respuesta, las últimas palabras que le sentí proferir. Aquel día el misterio de la muerte y resurrección de Cristo en la fe de Jemina y en nuestra fe se produjo de nuevo. (P.L.R) (Agencia Fides 24/02/2005 - Líneas: 20 Palabras: 289)
