VATICANO - “No hay que ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana basándose en la diversidad de raza, del color de la piel, de lengua o de religión". Mensaje del Papa en el 60° aniversario de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau

viernes, 28 enero 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Nadie puede pasar de largo ante la tragedia de la Shoah. Aquel intento de acabar programadamente con todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad. Que sirva de advertencia para nuestros días y para el futuro: no hay que ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana basándose en la diversidad de raza, del color de la piel, de lengua o de religión. Lanzo este llamamiento a todos y en particular a aquellos que en nombre de la religión recurren al atropello y al terrorismo". Es un trozo del Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II con ocasión de la ceremonia conmemorativa del 60° aniversario de la liberación de los prisioneros de los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau, que tuvo lugar ayer, 27 de enero. El Mensaje fue leído por el Card. Jean-Marie Lustiger, Arzobispo de París, Enviado Especial del Santo Padre.
El drama de Auschwitz-Birkenau, “trágico fruto de un odio programado”, es ocasión para " recordar a los millones de personas que sin culpa alguna soportaron sufrimientos inhumanos y fueron aniquilados en las cámaras de gas y en los crematorios". El Papa cita luego su peregrinación a aquel lugar en 1979: Me detuve ante las lápidas dedicadas a las víctimas. Había frases grabadas en diferentes idiomas... Me detuve entonces durante algo más tiempo ante las lápidas escritas en hebreo... Precisamente este pueblo, que recibió de Dios el mandamiento "No matarás", ha experimentado en sí mismo de forma particular lo que significa matar. Ante esta lápida nadie puede pasar de largo con indiferencia".
El Papa recuerda que se paró ante las lápidas escritas en ruso y en rom: " no es posible dejar de recordar que en ella los rusos sufrieron el número más elevado de personas que perdieron trágicamente la vida. También los gitanos, en las intenciones de Hitler, habían sido destinados al exterminio total". Ante la lápida en lengua polaca Juan Pablo II dijo que Auschwitz constituía “una etapa ulterior en las luchas seculares de esta nación, de mi nación, en defensa de sus derechos fundamentales entre los pueblos de Europa. Era un nuevo grito por el derecho de ocupar su propio lugar en el mapa de Europa: una nueva cuenta dolorosa con la conciencia de la humanidad». La afirmación de esta verdad no era más que una invocación a la justicia histórica para esta nación que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continente europeo de la nefasta ideología nazi y había sido vendida como esclava a otra ideología destructiva: el comunismo soviético”.
En el Mensaje Juan Pablo II escribe que pasó "en oración meditativa de una lápida a otra y encomendando a la Misericordia Divina a todas las víctimas pertenecientes a las naciones golpeadas por las atrocidades de la guerra. También recé para obtener, por su intercesión, el don de la paz en el mundo". En medio de aquella indescriptible acumulación de mal también se dieron manifestaciones heroicas del bien, no sólo hacia los compañeros prisioneros, sino también a sus verdugos. “Muchos lo hicieron por amor de Dios y del hombre, otros en nombre de los valores espirituales más elevados. Gracias a su actitud, se hizo evidente una verdad, que con frecuencia aparece en la Biblia: aunque el hombre es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, el mal no tendrá la última palabra. En el abismo mismo del sufrimiento, puede vencer el amor”.
El sentido profundo de este aniversario, concluye el Mensaje del Santo Padre, es que hoy recordamos el drama de las víctimas " rendir homenaje a aquellas personas, para sacar a la luz la verdad histórica y, sobre todo, para que todos se den cuenta de que aquellas vicisitudes tenebrosas tienen que ser un llamamiento para los hombres de hoy a la responsabilidad en la construcción de nuestra historia. ¡Que nunca más se repita en ningún rincón de la tierra lo que experimentaron los hombres y mujeres que lloramos desde hace sesenta años!" (S.L) (Agencia Fides 28/1/2005; Líneas: 49 Palabras: 730)


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