VATICANO - La Shoah: uno de los principales dramas de la historia humana que nos afecta aún hoy. Publicación del documento vaticano en 1998 "Nosotros recordamos: una Reflexión sobre la Shoah"

jueves, 27 enero 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "El crimen que se ha sido conocido como la Shoah continua siendo una indeleble mancha en la historia del siglo que está concluyendo" escribió el Santo Padre Juan Pablo II el 12 de marzo de 1998, en una carta al Cardenal Edward I. Cassidy, Presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Hebreos, para acompañar la publicación del documento "Nosotros recordamos: una Reflexión sobre la Shoah". En preparación al Gran Jubileo del año 2000 y al inicio del tercer milenio de la era cristiana, el Papa invitó a los hijos e hijas de la Iglesia a purificar los corazones "por medio del arrepentimiento por los errores y las infidelidades del pasado", y a "ponerse humildemente ante Dios y examinarse sobre la responsabilidad que cada uno tiene en los males de nuestro tiempo". La publicación del documento ayudó "para curar las heridas de las incomprensiones e injusticias del pasado" y para "habilitar la memoria a desarrollar su papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en el que la indecible iniquidad de la Shoah no vuelva jamás a suceder".
En el documento se corrobora ante todo el deber de la memoria "de una indecible tragedia, que no podrá ser nunca olvidada.... uno de los principales dramas de la historia de este siglo, un hecho que todavía hoy nos afecta."
La Shoah "fue ciertamente el peor sufrimiento" que ha sufrido el pueblo hebreo en su historia, y todavía son muchos los estudios que se deben realizar para comprender sus causas. Pero un acontecimiento tal llama, en particular a los cristianos, a una reflexión muy seria: "el hecho de que haya tenido lugar en Europa, es decir en países de amplia civilización cristiana, plantea la cuestión de la relación entre la persecución nazi y las actitudes de los cristianos, a lo largo de los siglos, respecto a los judíos". A partir de aquí el documento recorre la larga y atormentada historia de las relaciones entre judíos y cristianos, partiendo de los albores del Cristianismo hasta el siglo XX.
Al llegar a hablar del antisemitismo nazi y de la Shoah, se subraya la diferencia entre antisemitismo, "basado en teorías contrarias a la constante enseñanza de la Iglesia sobre la unidad del género humano y la igual dignidad de todas las razas y de todos los pueblos" y anti judaísmo, expresión de sentimientos de sospecha y hostilidad de los que, por desgracia, "también los cristianos han sido culpables". La Shoah fue obra de "un típico régimen moderno neopagano". "Su antisemitismo tenía sus raíces fuera del cristianismo y, al perseguir sus propios objetivos, no titubeó en oponerse a la Iglesia incluso persiguiendo a sus miembros. Pero nos debe llevar a preguntarnos si la persecución del nazismo a los judíos no se vio facilitada por los prejuicios anti judíos presentes en las mentes y corazones de algunos cristianos. El sentimiento anti judío ¿no hizo quizás a los cristianos menos sensibles, o incluso indiferentes, a las persecuciones lanzadas contra los judíos por el nacional socialismo cuándo este alcanzó el poder? “
En las tierras dónde el nazismo emprendió la deportación en masa, muchos cristianos ofrecieron asistencia a los perseguidos, y en particular a los judíos, hasta incluso poner en peligro su propia vida. Pero, como ha reconocido Juan Pablo II, "junto a estos hombres y mujeres valientes, la resistencia espiritual y la acción concreta de otros cristianos no fue la que se habría podido esperar de los discípulos de Cristo."
El documento concluye afirmando que "la Iglesia católica desea expresar su profunda pena por las faltas de sus hijos y sus hijas en todas las épocas.... La Iglesia se acerca con profundo respeto y gran compasión a la experiencia del exterminio, la Shoah, sufrido por el pueblo hebreo durante la Segunda Guerra Mundial." A la vez, mirando el futuro, desea "transformar la conciencia de los pecados del pasado en un firme compromiso por un nuevo futuro en el que no haya sentimientos antijudíos entre los cristianos y sentimientos anticristianos entre los judíos, antes bien, un respeto recíproco compartido". (S.L) (Agencia Fides 27/1/2005 )


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