ASIA/TAILANDIA - La provincia de Pang Nga tiene el triste récord de desaparecidos y muertos. Cualquier rumor recuerda a los supervivientes la ola gigante de la destrucción y muerte

sábado, 22 enero 2005

Pang Nga (Agencia Fides) - "Vosotros en Occidente habéis oído quizá en los medios de comunicación con más exactitud y detalle todo lo que ha provocado el cataclismo. Nosotros aquí en Oriente lo hemos seguido casi en directo tanto lo que sucedió como el desarrollo posterior de las ayudas hacia las poblaciones más afectadas”. Así comienza el testimonio envido a Fides por uno de los religiosos Camilianos que trabajan en la ayuda a las poblaciones golpeadas por el maremoto.
"A nuestros ojos parecía ya claro: las entidades públicas y privadas tienen ya controlada la situación; el turismo, pocos días después del desastre, pareció ya recuperarse .
Incluso han habido ilusiones, de las que los Medios de comunicación se sirvieron, para subvalorar un acontecimiento con repercusiones negativas, con el fin de hacer resaltar el negocio turístico que fascina las regiones del sur de Tailandia. Sólo el hecho de haber visto y tocado una realidad diferente de la presentada por los medios de comunicación nos hizo sentirnos inmediatamente solidarios con quien se ha visto afectado por este desastre y sufrió sus consecuencias hasta el fondo.
Un grupo de Camilianos, con referencia al Camillian Hospital de Bangkok y al S. Camillo de Banpong, Ratchburi, partieron el 4 de enero pasado hacia la provincia de Pang Nga que ostenta el triste récord de muertes y desaparecidos.
Los contactos con las autoridades del lugar, señalaron un grupo de personas, de los que no se sabía el número exacto, que para ponerse a salvo de la furia del mar se alejaron hacia las laderas de una colina boscosa, a sólo 3-4 kilómetros de la playa del triste suceso. Los primero Camilianos que llegaron, el 4 de enero, se encontraron con cerca de 619 personas acampadas bajo hules.
Nuestra aldea es llamado "Bon Rai", que significa "Sobre el campo" en el distrito de Ta Khao Pa, al Norte de Pang Nga, a 90 km de la capital de provincia.
La situación en el lugar, desde los principios, no parece de los mejores. Los refugiados se negaban a comer. Todavía pesaba el shock provocado por el ciclón de la ola gigante; el desaliento por la pérdida de uno o más que los seres queridos acudía con frecuencia a la memoria. Los primeros que llegaron para ayudar, comprendieron que más que medicinas y ropa, esta gente necesitaba una reconstrucción psicológica interior. Después de 2/3 empezaron de nuevo a comer, pero todavía afloraba la angustia. Simplemente el rumor de un avión que pase sobre la zona suscita en ellos terror: este o aquel ruido les recuerda la ola gigante de la destrucción y muerte.
Encontrarse todos juntos a comer al mismo horario, vivir como nosotros bajo las tiendas les ha ayudado a recobrar un poco de confianza. El tiempo pasa y no somos ya nosotros los protagonistas de este renacimiento, sino que son ellos mismos con sus propias manos.
Actualmente nuestros asistidos comprenden 173 familias, 619 antes del desastre, inscritos y residentes en la aldea n. 7: "Chao Moken"; 524 es el número de los supervivientes, 277 hombres, 267 mujeres. Los niños de 1 mes a 6 años son 50; entre 7 y 15 años son 66. Los jóvenes entre 16 y 20 años son 43; los adultos entre 21 y 30 años son 106; entre 31 y 40 años son 85; entre 41 y 50 años son 68; entre 51 y 60 años, 37. De edad superior a los 60 años: 33. Personas que no saben su edad: 36. Los fallecidos son 64, los desaparecidos 21." (AP) (Agencia Fides 22/1/2005; Líneas: 42 Palabras: 615)


Compartir: