ASIA/SRI LANKA - Pero ¿por qué después de la tragedia se hace más lejana la paz en Sri Lanka? Si el tsunami no para la guerra...

lunes, 10 enero 2005

Colombo (Agencia Fides) - Todos esperaban que la tragedia del tsunami pudiera contribuir a unir a la población de Sri Lanka, dónde los dos grupos étnicos principales, singalés (74%) y tamil (12,5%) están separados desde hace décadas por odios, violencias y represalias recíprocas.
Los misioneros y las fuentes de la Iglesia de Sri Lanka interpelados por Fides, habrían deseado que la necesidad de socorrer a los desplazados, víctimas de una desgracia que no ha hecho discriminaciones de etnia, cultura o religión, hubiera podido ayudar a dejar a las espaldas venganzas o reivindicaciones del conflicto civil que desde hace más de veinte años inflama la nación y que desde hace unos dos años estaba bloqueado en punto muerto por un alto al fuego, sin una negociación para una paz definitiva.
Por el contrario, el sonido de las armas y la violencia, parece que hayan vencido una vez más. La guerrilla del Liberation Tiger of Tamil Eelam (LTTE) ha acusado el gobierno de Colombo, en manos de los singaleses, de aprovechar el maremoto para desplegar más tropas al Norte, en las áreas de mayoría tamil, mientras que de la otra parte son fuertes las sospechas sobre el rearme de los rebeldes y la realización de secuestros de niños para adiestrar como soldados. Así, a dos semanas de la tragedia del tsunami, ha aumentado sensiblemente la tensión en Sri Lanka, y surgió con claridad con ocasión de la fallida visita de Kofi Annan en el Norte de la isla: el gobierno ha dicho en efecto que no puede garantizar la seguridad al secretario de la ONU.
La isla ya estaba dividida entre territorios controlados por el gobierno (centro y sur) aquellos en los que domina la minoría tamil, sobre todo los guerrilleros del LTTE movimiento rebelde que desde hace de 20 años está a la cabeza del gobierno de Colombo. El conflicto entre los dos grupos se ha agudizado con la progresiva realización de una política ultra nacionalista inaugurada hace treinta años en el ex Ceilán: después de la salida de los colonizadores británicos, el Estado ha visto una gradual conquista del poder de los singaleses y una consiguiente exclusión de la minoría tamil de los puestos clave de la política y sociedad.
A principios de los años 80 la reacción violenta de los tamiles, coagulada en un movimiento rebelde secesionista, pero también en algunos partidos políticos, inauguró un conflicto caracterizado por fases de estancamiento y picos clamorosos (como el atentado del 99 contra el presidente Chandrika Kumaratunga) que puso de rodillas al país desde el punto de vista económico: el turismo en efecto se derrumbó y los gastos de la defensa han absorbido una gran parte de los recursos del Estado, con desastrosas consecuencias sociales.
Después de una pesada mediación, el alto al fuego firmado por ambas partes en febrero del 2003, todavía en vigor, no ha dado lugar a negociaciones para llegar a un acuerdo definitivo, que debería prever la concesión de la autonomía administrativa a los territorios del Norte, en un cuadro
federal. La fase de punto muerto en las negociaciones era, de por si, muy peligrosa, señalaron entonces fuentes de Fides: bastaría una chispa para hacer precipitar de nuevo la situación. Se teme ahora que esta chispa pueda ser precisamente el tsunami.
Además de los 30.000 muertos confirmados y un número de desplazados que supera un millón de personas, Sri Lanka corre hoy el peligro de una tragedia todavía mayor: ver de nuevo degenerar un conflicto que ya ha provocado desmesurados sufrimientos a la población civil de la isla. (PA) (Agencia Fides 10/1/2005 Líneas: 43 Palabras: 616)


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